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EDITORIAL

Pujol tiene motivos para mostrarse tan nervioso

Pujol se atrevió a motejar de "policía política" al departamento policial que investiga sus actividades, las de su señora esposa y varios de sus hijos.

Tras varias semanas de escándalos continuos, en las que gracias a la labor investigadora del periódico El Mundo hemos empezado a conocer las andanzas financieras de su familia, el expresidente Jordi Pujol compareció este viernes ante las cámaras de televisión para ser entrevistado en una cadena nacional. En realidad fue un monólogo inconexo interrumpido eventualmente por los intentos de la entrevistadora de hacer que Pujol respondiera a sus preguntas, pero incluso en ese peculiar formato quedaron de manifiesto las dificultades del patriarca del nacionalismo catalán para explicar el enriquecimiento espectacular de su boyante dinastía.

Pujol, que ha estado más de veinte años al frente de una alta responsabilidad política del Estado, se atrevió a motejar de "policía política" al departamento de las fuerzas del orden especializado en la investigación de delitos financieros como los que presuntamente habrían cometido él, su señora esposa y varios de sus hijos. Esa actitud entre displicente e insultante hacia la policía y los órganos judiciales sólo cabe explicarla por la impunidad de la que se ha beneficiado siempre el nacionalismo, con más de tres décadas de corrupción estructural a sus espaldas sin la menor consecuencia penal o pecuniaria para sus protagonistas más destacados.

A la ya anunciada petición de imputación de Oriol en el caso de la trama corrupta de las concesiones de ITV, es muy probable que se sumen otra serie de acusaciones formales en el entorno de los Pujol tan pronto como fructifiquen las líneas de investigación abiertas. Nada de eso parece preocupar al "padre del nacionalismo catalán", como le llamó la entrevistadora, que mostró su completa seguridad de que cualquier imputación judicial "quedará en nada", tal y como ha venido ocurriendo sin solución de continuidad en los escándalos de corrupción acumulados por el nacionalismo catalán desde que Pujol se hizo con sus riendas.

Los desatinos de Pujol cuando abordó cuestiones de fondo, sus flagrantes mentiras sobre la "lealtad" del nacionalismo hacia España y su despiadada complacencia con agravios injustificables como la inmersión lingüística no fueron ninguna sorpresa dada la trayectoria política del personaje. Es la ideología que el nacionalismo viene impartiendo a sus compatriotas con un éxito electoral más que notable gracias a la complacencia culpable de los otros poderes del Estado. Sólo cabe esperar que la Justicia sea esta vez una excepción y trate a los padres del nacionalismo -y a todos sus hijos- exactamente igual que al resto de los ciudadanos.  

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