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EDITORIAL

Putin, Zapatero y la negociación con el terror

Decía André Gluksmann que “Europa, para existir, debe superar el desafío de escoger entre el nihilismo y la civilización”. Zapatero ya sabemos con qué opción se alinea

Vladimir Putin llegó a España proclamando que "ningún Estado civilizado puede permitirse el lujo de negociar con los terroristas". Pues bien. Tras reunirse con Zapatero, y en una rueda de prensa conjunta, el presidente ruso acaba de anunciar su decisión de abrir negociaciones con los terroristas de Hamas, en lo que constituye la primera fisura en la postura adoptada por el Cuarteto (Rusia, EEUU, la UE y Naciones Unidas) de no dialogar con la organización terrorista islámica mientras no renuncie al terror y a su genocida objetivo de destruir el Estado de Israel.

El dirigente ruso ha justificado, sin embargo, su decisión al estar "profundamente convencido de que quemar puentes en política es lo más sencillo, pero no tiene mucho futuro". También ha apelado a la necesidad, tanto de respetar "la elección legítima" del pueblo palestino, como de "buscar pasos aceptables" para toda la comunidad internacional, incluido Israel.

Para empezar, la elección del pueblo palestino, que ha llevado a la inequívoca victoria electoral de la organización terrorista islámica, es tan "legítima" como lo pudo ser la arrolladora victoria de Hitler y del nacionalsocialismo en Alemania. Los "puentes" que se puedan establecer con quienes, como los fanáticos de Hamas, consideran que "la paz con Israel es contraria a la ley islámica", son los mismos que pretendieran establecerse entre los nazis y los judíos: un puente que conduce al exterminio.

¿Cómo se pretenden buscar "pasos aceptables para toda la comunidad internacional, incluido Israel", si el primer paso no constituye el reconocimiento básico del derecho de existir al Estado judío? Si tan partidario es Putin de los "puentes", ¿por qué no hace lo mismo en Chechenia o Daguestán, donde estarían mucho más justificados?

No vamos a extendernos en señalar el avance que para la intolerancia supone el tolerar a los intolerantes. Lo único que queremos resaltar es que la letra y la música que ha entonado Putin son la misma que la de la vieja y suicida cantinela del nihilismo, que ZP ha recuperado con su "Alianza de Civilizaciones".

Putin utiliza de manera sistemática el doble discurso: mientras su ejército combate a sangre y fuego tanto las ilegítimas como legítimas reivindicaciones de los chechenos, mantiene una condescendencia –cuando no complicidad– con los regímenes integristas islámicos de Oriente Próximo.

Por mucho que la decisión de Putin rompa el frágil acuerdo contra la barbarie, pretender que ZP le convenciera para sostener un consenso básico y exigible para cualquier relación internacional mínimamente civilizada, es tanto como pretender que un pirómano ayude a extinguir un fuego.

Decía André Gluksmann que "Europa, para existir, debe superar el desafío de escoger entre el nihilismo y la civilización". Zapatero ya sabemos con qué opción se alinea.

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