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EDITORIAL

Rajoy aún deshoja la margarita europea

Esta táctica típicamente arriolana de perfil bajo ha tenido y tiene un influjo notable y pésimo en el PP.

Mariano Rajoy sigue sin informar sobre quién encabezará la lista electoral de su partido en las próximas elecciones europeas. Según ha asegurado al término del Debate sobre el Estado de la Nación, ni siquiera "ha pensado" en ello, lo que es una absoluta irresponsabilidad, por mucho que no haya proferido propiamente una mentira sino, más bien, una ironía sin gracia.

En cualquier caso, aunque Rajoy no haya llevado su irresponsabilidad al extremo de no reflexionar sobre un asunto tan importante cuando sólo faltan tres meses para la referida cita electoral, su hermetismo tiene el mismo resultado lamentable: está impidiendo que alguien asuma el mando y que la sociedad proceda en consecuencia. A lo más que llega el gallego es a soltar globos sonda y aventar rumores como los que han puesto sobre el tapete los nombres del presidente murciano, Ramón Luis Valcárcel, de María del Mar Blanco o, ahora, del vicesecretario general del partido, Esteban González Pons.

No faltarán aduladores que vuelvan a justificar a Rajoy y a elogiar su "magistral manejo de los tiempos". Su indecisión obedece, sin embargo, a una lamentable concepción de la actividad política, más propia de un enclaustrado opositor a plaza pública que de alguien que debe bajar a la arena a librar la batalla de las ideas, a criticar y ser criticado; a vender, en el mejor sentido de la palabra, un programa electoral.

El empeño de Rajoy en exponer a su candidato el menor tiempo posible a la crítica es, en realidad, una imprudente y timorata renuencia a aceptar que en política hay que mojarse y asumir riesgos, enfrentarse y contrastar ideas.

Recuérdese que el lentísimo dedo divino de Rajoy ha sido tremendamente responsable de que en Andalucía el PP haya desperdiciado dos años de oportunidades únicas para hacer una convincente labor de oposición a un Gobierno absolutamente incapaz de generar prosperidad y enfangado en casos de corrupción de formidable envergadura.

Esta táctica típicamente arriolana de perfil bajo, de pasar inadvertido y que sean los errores del adversario los que hagan el grueso del trabajo ha tenido y tiene un influjo notable y pésimo en el PP. Pero nada, siguen en las mismas. Así las cosas, no sería de extrañar que los sondeos que vaticinan un monumental batacazo a los populares se hicieran realidad. Sería, de hecho, lo lógico.

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