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EDITORIAL

Rajoy comparte con los demás líderes su irresponsabilidad

La intención de Rajoy nunca fue poner fin a la asonada golpista sino compartir la irresponsabilidad de mantener el actual estado de cosas.

La respuesta de Mariano Rajoy al inicio oficial del proceso de secesión de Cataluña ha sido reunirse en La Moncloa con los líderes de los principales partidos políticos nacionales. Tras su meliflua declaración pública pocas horas después de la asonada parlamentaria en Cataluña, poco cabía esperar del presidente del Gobierno en estos encuentros monclovitas con los máximos dirigentes del PSOE, Ciudadanos y Podemos. Las conclusiones de los protagonistas al finalizar sus respectivas entrevistas ha confirmado que la intención del presidente del Gobierno nunca fue hacerles partícipes de su decisión de zanjar de una vez este asunto, haciendo uso de los mecanismos establecidos en nuestra Constitución, sino simplemente compartir con ellos la irresponsabilidad de mantener el actual estado de cosas, para que el Estado siga a remolque de las iniciativas secesionistas de un parlamento regional.

Ni siquiera esta ronda de entrevistas ha sido una decisión del presidente del Gobierno, sino la iniciativa del líder de la oposición, Pedro Sánchez, cuya ambigüedad con los separatismos y la consiguiente huida de votos reflejada en las encuestas bajo la atenta mirada de su rival socialista, Susana Díaz, le han obligado a dar ese paso.

Bien está que las fuerzas políticas nacionales se comprometan a la defensa de principios básicos como la unidad de la nación española y la igualdad de todos sus ciudadanos. Ahora bien, la principal responsabilidad de preservar la vigencia de la Constitución en todo el territorio español es del Gobierno, a pesar de que su presidente haya decidido ser un espectador más de la tragicomedia nacionalista.

Un gobernante consciente de su responsabilidad habría convocado al resto de partidos para anticiparles su decisión de poner fin a la intentona golpista del nacionalismo catalán. El anuncio de la suspensión de la autonomía catalana y del inicio de acciones legales contra los separatistas habría obligado a pronunciarse los demás líderes políticos, comenzando por el socialista Pedro Sánchez, acostumbrado a decir una cosa y sugerir la contraria según el lugar de España donde se encuentre en cada momento.

En lugar de llevar a cabo este ejercicio de responsabilidad compartida, la gira de dirigentes políticos por La Moncloa sólo ha servido de escaparate para que, sin ir más lejos, el líder de la ultraizquierda española lleve a cabo en sus dependencias un acto electoral.

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