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EDITORIAL

Rajoy, erre que erre

Mariano Rajoy sigue en sus trece, erre que erre, impermeable a una realidad que le ha descabalgado.

Desde su ciudad natal –cuya izquierda nauseabunda, que cobija a indeseables como el que le agredió en la campaña de las pasadas generales, le ha declarado persona non grata–, el presidente en funciones ha vuelto a postularse como la mejor opción ante la crisis de gobernabilidad que padece la Nación y afirmado que, lejos de arrojar la toalla, mira confiado al futuro.

"El mejor acuerdo para España es que gobierne el primero con el apoyo del segundo e incorporando a cualquier otra fuerza que tenga ganas e ilusión", ha dicho Rajoy en Pontevedra. ¿En qué mundo vive este señor, que a estas alturas se permite aventar frases como ésta, en la que se ofrece al partido que le ha rechazado reiterada y preventivamente y ningunea al único que le ha venido tendiendo la mano... y que le permite retener el poder en las pocas plazas que le quedan?

Mariano Rajoy sigue en sus trece, erre que erre, impermeable a una realidad que le ha descabalgado. Es lo que pasa cuando se tiene tan magistral manejo de los tiempos y un talento formidable en la práctica del tancredismo: que uno acaba siendo el último en enterarse de que su tiempo ha pasado.

"¿Qué broma es esa?", se pregunta sarcástico el gran derrotado en las elecciones del 20-D cuando repara en el pacto de Gobierno suscrito por el PSOE y Ciudadanos. "¿Cómo se le puede pedir a un partido político que vote a quien ha perdido las elecciones y quiere derogar toda su obra?". La pregunta tendría más enjundia si no la formulara quien ha perdido cuatro millones de votos en cuatro años y ha forjado una obra que es tremendamente distinta del proyecto que presentó en 2011 a los electores, que desde entonces lo vienen abandonando en masa. "Por respeto a nuestros votantes, vamos a defender nuestras posiciones", remachó el empecinado líder del PP. ¿Qué posiciones? ¿Las que entregó a las primeras de cambio en 2012? ¿Las que rindió a la izquierda que ahora pide su cabeza y con la que no quiere pactar pero a la que ofrece un pacto?

Verdaderamente, señor presidente en funciones, ¿qué broma es ésta? ¿Hasta cuándo abusará de nuestra paciencia?

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