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EDITORIAL

Rajoy se pone en evidencia

No deja de causar estupefacción la estrategia del PP, de callar para después cerrar el asunto en falso, es decir, ponerse de nuevo en manos o a tiro de su extesorero. El desgaste, del partido y del Gobierno, va a ser tremendo.

El presidente del Partido Popular y del Gobierno, Mariano Rajoy, ha vuelto a quedar en evidencia en el caso Bárcenas: el extesorero del PP seguía cobrando altísimos sueldos del partido en mayo de 2012, cuando en teoría ya estaba completamente desvinculado del mismo. "Señorías, cuando yo fui elegido presidente del Gobierno el señor Bárcenas no estaba en el partido", afirmó Rajoy en el Senado el pasado día 1. "Desde hace cuatro años el señor Bárcenas ya no es tesorero del Partido Popular, y (…) desde hace más de tres no ostenta ninguna representación política", puede leerse en la versión escrita de su discurso que preparó Presidencia del Gobierno. Pues bien, a pesar de eso, y según revela hoy lunes el diario El Mundo, en 2010 y 2011 Luis Bárcenas encabezó el ránking de nóminas del Partido Popular, por delante del propio Rajoy.

"Lo necesitábamos", decían aliviados aquel jueves en el PP, luego de la intervención de su líder. Pero en Libertad Digital ya advertimos de que, por muy brillante que hubiera sido en términos de retórica parlamentaria, fue un discurso vacuo o escapista, pues lo cierto es que el presidente del Gobierno dejó sin contestar las preguntas fundamentales. Preguntas que no se van a esfumar, le digan lo que le digan sus consejeros áulicos. Sino que van a cobrar fuerza, multiplicarse y hacerse cada vez más impertinentes y peligrosas. Un ejemplo: ¿a santo de qué ganó Bárcenas en 2010 y 2011 más que el propio Rajoy?

No deja de causar estupefacción la estrategia del PP, de callar para después cerrar el asunto en falso, es decir, ponerse de nuevo en manos o a tiro de su extesorero. El desgaste, del partido y del Gobierno, va a ser tremendo.

¿Es éste el célebre manejo extraordinario de los tiempos de Rajoy? Ni dos semanas le ha dado de respiro su discurso del pasado día 1, que se le puede volver en contra como un formidable bumerán. En forma de "fin de la cita".

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