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EDITORIAL

Rajoy, sostenella y no enmendalla

Una clamorosa traición a sus señas de identidad, acompañada por unos magros logros económicos, es el auténtico "relato" del partido popular de Rajoy

Si poca autocrítica pública hubo en el PP tras el cataclismo electoral de las elecciones andaluzas, menos aun la ha habido durante la reunión de la Junta Directiva Nacional de este martes. Así, Rajoy ha dedicado la mayor parte de su intervención a intentar convencer a su partido de que el cambio de la situación económica va a ser suficiente para volver a ganar las elecciones. Incluso las autonómicas y las municipales. El mensaje que Rajoy ha transmitido a los suyos es que tienen que hablar de los logros del Gobierno en materia económica y de la creación de empleo. "Hay resultados y la gente lo ve", ha manifestado. El presidente sigue convencido de que, al margen de otros asuntos, la salida de la crisis es el principal objetivo de todos los españoles y de que el PP tiene "credibilidad" y "relato".

Asimismo, y frente a la amenaza que representa Ciudadanos como posible destino del votante defraudado con el PP, Rajoy ha asegurado que en su partido no tienen "una historia de 24 horas"; "votarnos a nosotros no es hacer experimentos o jugar a la ruleta. No somos un foro de debate o una pandilla de amigos", ha añadido.

Rajoy podrá haber acallado, al menos por el momento, las críticas internas, pero mantiene al partido en la senda de la autodestrucción. Porque sencillamente no es verdad que la economía sea lo único importante ni, menos aun, que ésta marche tan bien como para olvidar todo lo demás. Lo cierto es que, a pesar de la indiscutible mejoría de numerosos indicadores, muchos de los "desequilibrios" que, según Rajoy, "ya han pasado o están pasando a mejor vida" se mantienen bien visibles: todavía hay 400.000 afiliados a la Seguridad Social menos que en los peores tiempos de Zapatero; todavía se incumplen –especialmente en las CCAA– los objetivos de reducción del déficit, y EL nivel de endeudamiento es el más alto de los últimos cien años. Que el Tesoro pueda ahora emitir deuda con tipos de interés bajos, incluso negativos, no es muestra de la superación de desequilibrio alguno, sino más bien un espejismo impulsado por un Banco Central Europeo dispuesto a adquirir hasta 60.000 millones de euros mensuales en deuda pública hasta septiembre del año próximo.

En cualquier caso, si Rajoy considera que sus magros logros económicos van a hacer olvidar a los electores la catarata de incumplimientos del PP –que empiezan pero en modo alguno acaban con la bajada de impuestos– está profundamente equivocado. La desafección hacia los dos grandes partidos no se debe exclusivamente a razones económicas; se debe también a su incapacidad para impulsar una regeneración democrática que establezca una auténtica separación de poderes, y a su renuencia a la hora de fortalecer un proyecto auténticamente nacional y vertebrador de España frente a los nacionalismos disgregadores. Rajoy podrá despreciar la falta de experiencia de Ciudadanos; pero lo cierto es que el partido de Rivera está sabiendo articular un proyecto político que constituye una alternativa, no solo nacional sino liberal, para España, mientras el PP se empeña en abominar de sus antiguas señas de identidad.

Votar hoy al Partido Popular de Rajoy no es hacer, ciertamente, un experimento o jugar a la ruleta rusa. Es apostar sobre seguro a un partido que prometió mantener o incluso reducir la presión fiscal pero que la ha subido como nunca. Es votar a quien se comprometió a reducir la deuda pública pero la ha disparado hasta el 100% del PIB. Es respaldar a quien, defendiendo la separación de poderes, ha mantenido al Judicial como correa de transmisión del Legislativo. Es votar a quien, comprometiéndose a reformar en profundidad el insostenible modelo autonómico, lo ha apuntalado, como al resto del sobredimensionado sector público, a costa del contribuyente. Es votar a favor de la continuidad de los traductores de lenguas regionales en el Senado, de la separación entre la España seca y la España inundada, del aborto considerado como un derecho, de la vulneración del derecho a tener el español como lengua vehicular en la enseñanza.

Esta decadencia, que no es capaz de borrar ningún logro económico, es el autentico "relato" de un Partido Popular que no tiene remedio mientras lo lidere quien sólo sabe sostenella y no enmendalla.

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