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EDITORIAL

Rajoy y la supervivencia de España

Ahora es él el apelado, el urgido por los once millones de españoles que confiaron en él. No les puede seguir desilusionando, defraudando. Traicionando. Está en juego la mera supervivencia –económica, política, cultural– de la Nación.

En septiembre del año pasado Mariano Rajoy, entonces líder de la oposición, publicaba, en una editorial del dueño de Antena 3, una suerte de biografía y programa político titulada En confianza. A esa confianza respondía un par de meses después el electorado otorgando al líder popular una mayoría absoluta histórica.

No ha pasado aún un año, pero ese mismo electorado ya ha dado sobradas muestras de desconcierto, desencanto, desolación. Indignación. Son muchos los que se sienten desilusionados, incluso engañados y traicionados, por un partido, el Popular, que dijo unas cosas en campaña y en sus largos años de oposición y ahora hace muy otras, algunas de ellas bastante parecidas o directamente calcadas de las que decía y hacía el PSOE durante su calamitoso paso por el Gobierno. La comparación devenida equiparación es especialmente sangrante en lo relacionado con la economía y el terrorismo.

Los resultados electorales siempre son fruto de numerosos factores, pero no cabe la menor duda de que el pasado 20 de noviembre la mayoría de los votantes votó fundamental y contundentemente por el cambio. Por un candidato que se presentaba como la alternativa sensata, previsible; con un proyecto sólido, de amplios vuelos y generador de confianza. Pero se han encontrado con un presidente desarbolado, improvisador, silente o ausente, que no duda en salir por la puerta trasera de cualquier sitio con tal de no hacer frente a la prensa; con un presidente y un Gobierno atropellados por la acuciante realidad de la formidable crisis económica que padecemos, que dan pasos contradictorios y generan inseguridad y, por supuesto, desconfianza.

A Mariano Rajoy y a su Gobierno les esperan unos meses durísimos. Septiembre, que está a la vuelta de la esquina, va a ser política y económicamente tórrido. Octubre, con las elecciones vascas, y noviembre no van a ser mejores. Tampoco diciembre, que puede inaugurar un invierno negro. Por eso, porque no tienen tiempo, tienen que pararse a pensar, imbuirse de coraje y atreverse a ser lo que proponían.

La crisis, no sólo económica, sino también política y de actitudes de fondo, ha alcanzado tales dimensiones que me parece necesario dirigirme a todos. Somos una mayoría de españoles los que pensamos que es imprescindible, urgente, cambiar el rumbo, que las cosas no pueden seguir como hasta ahora. Tampoco es cierto que la política no pueda hacer nada. (...)

Basta a seguir anclados en la crisis, a perpetuar nuestra debilidad económica y a seguir admitiendo que nuestro país dilapide continuamente sus energías, sus grandes capacidades. Basta a permitir que sigan deteriorándose las condiciones básicas de la vida de tantos españoles. Basta también a la pérdida permanente de nuestra credibilidad internacional, al desgaste del Estado y las instituciones.

Demasiado a menudo hemos evitado ponernos delante del espejo de nosotros mismos y sin subterfugios decir claramente qué es lo que nos pasa.

(...)

Apelo a todos aquellos que piensan que ahora es el momento de actuar.

Así hablaba Rajoy, En confianza, no hace siquiera un año. Ahora es él el apelado, el urgido por los once millones de españoles que confiaron en él. No les puede seguir desilusionando, defraudando. Traicionando. Está en juego la mera supervivencia –económica, política, cultural– de la Nación.

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