Menú
EDITORIAL

Recuperemos el espíritu de Ermua

Con o sin Zapatero, hoy es tiempo de recuerdo y homenaje. Mañana lo será de pasar a la acción, de volver a decirle a la ETA que no nos rendiremos, que no lo hicimos en el 97 y que no lo haremos nunca

Hace diez años España entera se transformó en un clamor. La vieja nación española dijo basta al chantaje, basta al asesinato, basta a los secuestros, basta al miedo, basta a decir basta y no terminárselo de creer nunca. Tal día como hoy hace diez años la vida de un joven concejal de Ermua se encontraba en las manos de dos criminales de la ETA. El concejal se llamaba Miguel Ángel Blanco y era inocente. Su asesino, Francisco Javier García Gaztelu, conocido como Txapote, nacionalista fanático, hombre sin entrañas, no dudó en descerrajarle dos tiros a sangre fría por una cuestión de principios: o el Gobierno de José María Aznar cedía o se haría la voluntad de la banda. Se hizo su voluntad, Miguel Ángel fue asesinado cobardemente y su cuerpo abandonado en el monte.

Pero la ETA no contaba con que España no había muerto con Miguel Ángel. Muy al contrario, estaba más viva que nunca. El secuestro y muerte del concejal había sacado del letargo a toda la nación y seis millones de compatriotas de Miguel Ángel se echaron a la calle, primero para pedir su liberación, luego para llorar su muerte. El nacionalismo vasco, con el PNV de Sabino Arana a su cabeza, recibió el impacto y reculó. Nunca antes los nacionalistas lo habían pasado tan mal como en aquellos días de julio del 97. Luego vino el pacto de Estella y la falsa tregua del 98. Al poco la ETA mató de nuevo, pero nada volvió a ser lo mismo. Había nacido el "espíritu de Ermua" que no era otra cosa que la firme determinación de la sociedad civil por hacer frente a los asesinos de la ETA y derrotarlos. Y lo peor es que casi lo conseguimos.

Diez años después queda mucho de aquel espíritu impregnado en la sociedad española. No es ningún secreto que la negociación que la banda acaba de dar por concluida no ha sido del agrado de una parte importante y creciente de españoles. De hecho, el del presunto diálogo como antesala a una presunta tregua que abriría las puertas a un presunto proceso de paz ha sido el asunto que más ha quemado al Gobierno de Zapatero, y Zapatero lo sabe. De ahí que quiera pasar de puntillas por una efeméride como la del décimo aniversario del asesinato de Miguel Ángel Blanco. Es más, Zapatero sabe que el único modo de recuperar la iniciativa después de haber consumado el ridículo con los del verdugo es revivir el espíritu de Ermua. Su problema y el de los socialistas de estos días inciertos es que tienen más complejos e hipotecas que hace diez años. Los primeros los conocíamos hace tiempo, las segundas acaban en mala hora de ser adquiridas.

Con o sin Zapatero, hoy es tiempo de recuerdo y homenaje. Mañana lo será de pasar a la acción, de volver a decirle a la ETA que no nos rendiremos, que no lo hicimos en el 97 y que no lo haremos nunca. Miguel Ángel Blanco no dio su vida en vano. Millones de españoles le tienen muy presente; es el símbolo, el santo y seña de nuestra lucha contra una banda de criminales que, más tarde o más temprano, será derrotada. Ese es el espíritu de Ermua. Recuperémoslo y habremos ganado.

En España

    0
    comentarios