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EDITORIAL

Reinsertar en la delincuencia

Para la asociación Jueces para la Democracia, la política del PP fue nefasta, lo que prueba que debieron hacer un gran trabajo manteniendo a los presos donde deben estar, que es la cárcel.

Una de las principales razones para ser progresista es que otorga un sentimiento de superioridad moral a los que profesan esa fe. Para sostenerlo utilizan varios métodos, entre los que destaca la adopción de las causas de grupos que provocan disgusto, temor o desconfianza en la sociedad. Mientras una personal normal se compadece principalmente por la víctima, un progresista se preocupa del delincuente, al que ve como una víctima de su situación, situación creada, como no podía ser de otro modo, por el "sistema". Así, aquellos que se escandalizan cuando se concede el tercer grado a presos etarras, en realidad no tienen compasión alguna y niegan el derecho del delincuente a rehabilitarse, llevándoles a la "desesperanza y de ausencia de incentivos vitales". Y proponen que el CGPJ apoye a Ruth Alonso.
 
Esa línea inspira todas las propuestas que Mercedes Gallizo ha realizado desde que está al mando de las cárceles españolas. Su nombre empezó a sonar cuando apoyó que los presos etarras estudiaran en la Universidad del País Vasco. Ahora se destapa prometiendo, entre otras cosas, "tercer grado para todos" y que las mujeres puedan salir de la cárcel para cuidar de sus hijos. Las medidas suenan a compasión, y es eso lo único que le importa a Gallizo. Porque es evidente que sus consecuencias para los demás prefiere no verlas. ¿Cuántas presas decidirán quedarse embarazadas para librarse antes de las rejas? ¿Qué futuro tendrán esos niños?
 
El tercer grado y los permisos penitenciarios se crearon con la excusa de la reinserción y se quieren ampliar por la misma razón. Se olvida que las penas de cárcel tienen otras funciones: provocar el miedo en el delincuente y evitar así que se cometan algunos delitos, aislar a los presos de la sociedad para reducir el número de ladrones y asesinos en nuestras calles y castigar a aquellos que han cometido delitos. El objetivo de la reinserción se opone, por tanto, a todos los demás, y por eso sólo se deberían aplicar medidas orientadas al mismo en caso aislados y muy claros. No es el caso en España y, además, ahora prometen empeorarlo.
 
Para la asociación Jueces para la Democracia, la política del PP fue nefasta, lo que prueba que debieron hacer un gran trabajo manteniendo a los presos donde deben estar, que es la cárcel. Lástima que lo estropearan con la Ley del Menor, imbuida del mismo espíritu que ilumina las medidas de  la tránsfuga de Nueva Izquierda. Pero la sociedad española, muy dispuesta a aceptar mucho tópicos progresistas en otros terrenos, en éste no está contaminada por la retórica de izquierdas. Y sabe ver, detrás de las medidas supuestamente compasivas se esconde un aumento de la inseguridad ciudadana y un insulto hacia las víctimas. Víctimas como esa mujer cuyo ex-marido aprovechó un permiso para acuchillarla, esperando poder acabar el trabajo que la cárcel impidió que rematara en su día.

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