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EDITORIAL

¿Representa Savater la idea de España de UPD?

El PP no debería temer nada de UPD, pero sólo si defiende con claridad y sin ambigüedades esa idea de España que a Savater le importa tan poco.

Sorprende que el nuevo partido de izquierda nacional liderado por Rosa Díez tenga como principal inspirador intelectual a un hombre que declara que "España se la suda" o que "la idea de España se la sopla". Posiblemente, nadie ha expresado mejor y en menos palabras el pensamiento y trayectoria como presidente del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, contra la cual ha nacido precisamente esta nueva formación. O eso creíamos.

Fernando Savater, al aclarar su exabrupto, ha terminado por definirse con precisión, pues ha asegurado que lo que le importa de verdad es "el Estado" y que todos los ciudadanos tengan los mismos derechos en él. El filósofo se ha confesado así como un jacobino, es decir, como un centralista que desea un Estado grande. Su ideal sería el modelo francés, justo ahora que Sarkozy ha anunciado una revisión a fondo debido a lo insostenible de su Estado del bienestar. Si no recibe un desmentido, que sería necesario en caso de que UPD no apoye estas tesis por querer acercarse a la "derecha liberal" y a la "izquierda de progreso" o viceversa, tendríamos perfectamente definido el ideario de este nuevo partido, que no se centraría tanto en la defensa de España como en la del Estado.

Asombra que Savater no se pregunte por qué allí donde hay más España, hay más libertad, algo que le obligaría a interesarse por esa "idea de España" a la que tan poca importancia otorga. Se vería obligado, entonces, a reconocer en las raíces de nuestra nación como Estado moderno, en la Constitución de Cádiz, la fuente de la que nacen los derechos y libertades que disfrutan los ciudadanos españoles que aún pueden calificarse como tales, por no vivir en regiones gobernadas por el nacionalismo étnico, excluyente y liberticida.

Rosa Díez, por su parte, asegura que UPD ha nacido porque "el PSOE ha renunciado a una de sus señas de identidad, la defensa de la igualdad de todos los españoles ante la Ley", y Mikel Buesa ha asegurado que defenderá que el nuevo partido proponga una revisión a fondo del Cupo Vasco, para evitar que el Gobierno del País Vasco disponga de 2.000 millones de fondos que no le corresponden para promover el ideario nacionalista y repartir dinero a quienes apoyan a los terroristas, posturas ambas que sin duda encontrarán adeptos en ambos lados del espectro político.

No obstante, el anticlericalismo mal disimulado de Savater y sus salidas de pata de banco, seguramente fruto de la necesidad de que nadie dude de su pedigrí "progre", dificultarán que el nuevo partido obtenga apoyos de votantes del PP, algo que sin duda se celebrará en Génova. Pero que no descorchen el champán, porque declaraciones como las de Pío García Escudero, haciendo ver que pactarán con CiU y PNV "como en el 96" si ganan las elecciones, como si estos partidos fueran los mismos que entonces, como si no existiera el Plan Ibarretxe, como si Artur Mas no hubiera acudido a un notario para certificar su adhesión al Pacto del Tinell, no hacen sino sembrar la duda entre los mismos votantes que abarrotaron Madrid para defender España de la negociación con ETA. El PP no debería temer nada de UPD, pero sólo si defiende con claridad y sin ambigüedades esa idea de España que a Savater parece importarle tan poco.

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