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EDITORIAL

Se enrocan en la indignidad

Siempre abrazan las más infectas causas y siempre tratan de distanciarse de todo lo que tenga que ver con la Libertad y España.

A pesar de los requerimientos de los grupos municipales de PP y Ciudadanos, y de la insistencia de organizaciones civiles comprometidas con la conmemoración del vigésimo aniversario del secuestro y posterior asesinato de Miguel Angel Blanco, el Ayuntamiento neocomunista de Madrid no colgará en su fachada una pancarta de homenaje al concejal de Ermua cuya muerte a manos de ETA conmovió a España entera.

Manuela Carmena niega así un gesto de respeto a la memoria del concejal vasco, en un espacio público que presta con tanta prodigalidad a la promoción de todo tipo de ocurrencias de su equipo de Gobierno.

Carmena trata de zafarse de las críticas a su actitud mezquina aludiendo a un inexistente agravio comparativo con otras víctimas del terrorismo. En primer lugar, es evidente que el asesinato de Miguel Ángel Blanco tuvo una trascendencia especial. Tanto por el contexto en el que se cometió como por la tremenda reacción que suscitó en el pueblo español, ese crimen tuvo una significación que justifica plenamente esta conmemoración. Pero es que, además, dedicar un homenaje público a Miguel Ángel Blanco es hacerlo con todas las víctimas del terrorismo, representadas en el sufrimiento y la muerte del joven concejal vasco, asesinado con especial crueldad por la organización terrorista a la que la izquierda podemosa se desvive por blanquear.

A raíz de los justificados reproches lanzados contra su alcaldesa, los dirigentes de Podemos tratan de pasar a la ofensiva acusando al Partido Popular de utilizar políticamente a las víctimas del terrorismo. La asombrosa acusación proviene de políticos que todavía hoy se jactan de haber participado en las nauseabundas algaradas que tuvieron por objetivo las sedes del PP tras el 11-M, en las que se utilizó de la manera más vil el asesinato de 192 españoles para machacar a un Gobierno democrático.

Ni entonces tuvieron escrúpulos ni ahora tienen dignidad política. Sus reparos a que la capital de España rinda tributo a la memoria de Miguel Ángel Blanco vuelve a dejarlos en evidencia: siempre abrazan las más infectas causas y siempre tratan de distanciarse de todo lo que tenga que ver con la Libertad y España.

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