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EDITORIAL

Símbolo de la unidad de España

Ha sido precisamente el Gobierno de Zapatero a la hora de elegir sus "compañeros de ruta" el que ha hecho que "la división y el desencuentro" se extiendan, tan lógica como lamentablemente, a unos ámbitos desconocidos hasta su llegada

El Rey ha clausurado en el Congreso la conmemoración del 30 aniversario de las primeras elecciones democráticas en España, con un discurso sin filtro gubernamental en el que don Juan Carlos ha rememorado el espíritu de la Transición y el valor "presente y futuro" de nuestra Constitución como marco de convivencia.

El monarca ha puesto especial acento en el valor de la cohesión, de la unidad y del consenso de los españoles en las grandes cuestiones de Estado, especialmente en la tarea de "derrotar la abominable lacra del terrorismo". No menos elogiable y necesaria ha sido su advertencia de que "las divisiones y los desencuentros no pueden ser compañeros de ruta de una gran nación como España".

Las acertadas palabras del Rey contrastan ciertamente con una legislatura en la que el Gobierno de España ha roto todos y cada uno de los acuerdos de estado con el principal partido de la oposición para entregarse a una alianza con formaciones abiertamente secesionistas que reclaman, no la derrota, sino la cesión al terror nacionalista y que repudian su condición de españoles, tanto como el espíritu de unidad y reconciliación de la Transición.

Ha sido precisamente el Gobierno de Zapatero a la hora de elegir sus "compañeros de ruta" entre esas insaciables minorías que niegan a España su condición de nación y que hacen del enfrentamiento entre españoles su leit motiv el que ha hecho que "la división y el desencuentro" se extiendan, tan lógica como lamentablemente, a unos ámbitos desconocidos hasta su llegada.

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