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EDITORIAL

Solbes resucita su herencia "excepcional"

Solbes bien podría dejar una España similar a la que ya abandonó en 1995, pero con los indicadores aun más disparados: cuatro millones de parados, déficit superior al 6% y deuda pública cercana al 100% del PIB.

La revisión del cuadro macroeconómicoque llevó a cabo el Gobierno el pasado viernes supone una desautorización en toda regla de la estrategia propagandística que había estado llevando a cabo el PSOE desde la pasada pre-campaña electoral, a saber, negar la realidad y la gravedad de la crisis económica que estaba ya azotando nuestro país. No en vano, los Presupuestos Generales del Estado, recientemente aprobados, se diseñaron bajo la hipótesis de que Españacreceríael 1% en 2009, cuando, según el nuevo pronóstico del Ejecutivo,decreceremosun 1,6%. La magnitud de la depresión será todavía mayor, pero probablemente el Ejecutivo no lo sepa: ahora el problema no es su maldad, sino su profunda ignorancia en materia económica.

Ayer, en el diarioEl País,el ministro del ramoprosiguió con esta campañadestinada a preparar a la población para el traumático shock que va a vivir durante este ejercicio. Según Solbes, vamos hacia una situación "excepcional" e "insólita" (la misma que muchos pronosticábamos mientras él nos atacaba por ignorantes y catastrofistas), aunque aporta una dosis de optimismo: la crisis terminará a finales de la legislatura.

Desde luego, por muy grave que sea una crisis económica, cuatro años es un período más que suficiente para que se solucione. Las depresiones son períodos en los que se corrigen los desajustes de la fase anterior, el boom artificial impulsado por la política monetaria expansiva de los bancos centrales. Toca cerrar empresas, reorientar los factores productivos, corregir precios relativos e incrementar el ahorro. Pero este proceso no se eterniza: cuando se deja al mercado actuar con libertad, las crisis suelen adoptar una forma de V, es decir, una caída muy brusca y muy rápida pero también una recuperación pronta.

España está sufriendo un desplome de su actividad a un gran ritmo y, sin embargo, nada hace prever una inminente recuperación. Es cierto que Solbes la avanza para 2012, pero antes ya hizo lo propio para 2009 y 2010. Los interrogantes para la economía española cada vez son mayores; la última amenaza es larebaja del rating soberanopor parte de Standard and Poor’s lo que, a medio plazo, podría provocar nuestraexpulsión de la zona del euro.

¿Y por qué nuestro panorama económico es cada vez más negro pese a que el mercado debería estar corrigiendo todos nuestros desajustes? Solbes también parece haber proporcionado una respuesta a esta incógnita: el Gobierno está interviniendo masivamente en la economía no sólo pero especialmente a través del gasto público, del que dice haberlo exprimido al máximo.

El Ejecutivo parece no comprender que sus decisiones anti-mercado, por muy inspiradas que las crea en Keynes y Obama (o precisamente por eso), impiden la recuperación de nuestra economía. Si lo que necesitamos es más ahorro y más quiebras de empresas en ciertos sectores, la receta de emitir masivamente deuda para rescatar a las industrias infladas por la expansión crediticia previa no parece la más acertada.

España debería mirar la evolución que ha seguido Japón: a principios de 1990, con una burbuja inmobiliaria similar a la española, sufrió una crisis económica de la que todavía no se ha recuperado, en buena medida por la continuada interferencia de su Gobierno en la economía. Hoy, la economía nipona está lastrada por una deuda pública que alcanza el 160% del PIB. Solbes pronostica niveles cercanos al 60% para los próximos años, pero si el Ejecutivo continua por la senda actual de despilfarro masivo y la economía se contrae, fácilmente podríamos alcanzar el 100% del PIB en apenas un lustro.

Dicho de otra manera, Solbes bien podría dejar una España similar a la que ya abandonó en 1995, pero con los indicadores aún más disparados: cuatro millones de parados, déficit superior al 6% y deuda pública cercana al 100% del PIB. Un país completamente esclerotizado y estancado en una decadencia propia del Tercer Mundo.

Es falso que el PSOE no pueda hacer nada para frenar esta situación. Los remedios se conocen pero son impopulares y van contra el dogma ideológico de la izquierda: liberalización laboral y adelgazamiento del Estado. Demasiado para Solbes y Zapatero, aun cuando las consecuencias de su omisión sean hipotecar el futuro de los españoles por más de una década.

En Libre Mercado

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