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EDITORIAL

Solbes, solo ante el desbarajuste

El coordinador general de Izquierda Unida, Gaspar Llamazares, ha instado al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, a "emanciparse del padre castrador" que, a su juicio, es el vicepresidente económico, Pedro Solbes, y a que explique si piensa cumplir con sus “compromisos sociales” o con el "catecismo" del "represivo" responsable económico.
 
Aunque los exabruptos que lanza Gaspar Llamazares contra sus adversarios le descalifican a él tanto como honran a sus destinatarios, y aunque esta última ocurrencia froidiana del dirigente comunista sea más abordable en una viñeta o columna de humor que en un editorial, lo cierto es que nos debe servir para reflexionar sobre un asunto que, desgraciadamente no merece menos preocupación como son las discrepancias que han aflorado en el seno del Gobierno.
 
En menos de dos meses, el vicepresidente segundo y su equipo han tenido duros roces con la mayoría de sus compañeros del Consejo de Ministros. Como recordarán, Solbes se ha enfrentado abiertamente con el ministro de Industria, José Montilla y su propuesta de reducir la libertad de los horarios comerciales. También han existido diferencias con Magdalena Álvarez entorno a la privatización de RENFE, como las ha habido también con la vicepresidente María Teresa Fernández de la Vega y la directora de RTVE Carmen Caffarel entorno a la privatización parcial de la televisión pública planteada por el número dos de Solbes, Miguel Ángel Fernández Ordóñez. Solbes se enfrentó a la ministra de Agricultura Elena Espinosa cuando destituyó al presidente de Cetarsa y, más recientemente, también plantó cara a la ministra María Antonia Trujillo y a sus “simplistas” propuestas sobre ayudas directas al alquiler. Finalmente ha habido discrepancias hasta con el propio Zapatero y su nociva reforma fiscal que penaliza el ahorro subiendo los impuestos a las plusvalías.
 
Zapatero, que tendrá mucho talante pero bastante menos talento que su ministro de Economía, ha querido este jueves quitar hierro a estas discrepancias en el seno de su propio gobierno diciendo que "es mucho más la espuma que el contenido". Pero lo cierto es que unas diferencias de criterio como las manifestadas entre Solbes y otros ministros y en unos asuntos tan importantes como los citados, reflejan algo más que cuestiones de número. Expresan actitudes políticas muy distintas y casi antagónicas sobre cómo afrontar la tarea de gobierno.
 
Si a esas discrepancias unimos la indefinición que provoca en Zapatero las constantes y nocivas presiones de sus socios nacionalistas o el aislamiento exterior de España tras el reciente acercamiento del eje franco-alemán a EE UU, nos podemos hacer una idea del caos y el desbarajuste en el que ha incurrido este “gobierno” que las urnas alumbraron tres días después del 11-M.

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