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EDITORIAL

Terrorismo callejero en Barcelona

La CUP está dispuesta a servir de cuña del golpe de Estado en las calles, a implantar la dictadura de la 'kale borroka'.

Las juventudes de la CUP, formación que sustenta el Gobierno de convergentes y republicanos en la Generalidad, han reivindicado el ataque terrorista contra un grupo de turistas que recorría la Ciudad Condal a bordo de un autobús turístico de la empresa municipal Transportes Metropolitanos de Barcelona (TMB). Ocurrió el pasado jueves, a las doce del mediodía, en las inmediaciones del estadio del FC Barcelona. Varios encapuchados asaltaron el autobús, amenazaron al conductor y los pasajeros con un cuchillo y desalojaron el vehículo. Después pincharon las ruedas y pintaron en el vehículo eslóganes contra el turismo. Los pasajeros creyeron estar ante un atentado islamista, dadas las capuchas y el cuchillo, pero en realidad se trató de una "acción de autodefensa" de Arran –la facción juvenil del partido parlamentario y con representación municipal–, según la jerga empleada para la reivindicación de la autoría en Twitter.

Así es que, en pleno proceso separatista, a dos meses del referéndum del 1-O, un comando de la CUP se ejercita en la práctica del terrorismo callejero con el asalto, desalojo e inmovilización de un autobús turístico a plena luz del día y al lado del Camp Nou. Cuatro días después, tanto la Generalidad como el Ayuntamiento siguen sin denunciar el ataque porque están a la espera de unos indeterminados informes sobre lo sucedido, que en todo caso consideran un acto de "vandalismo".

La reivindicación del atentado por parte de la CUP es el prólogo de la manifestación convocada para este lunes contra la Guardia Civil frente al cuartel del Instituto Armado en la capital catalana. Los antisistema, jaleados por el consejero de Presidencia y portavoz del Gobierno regional, Jordi Turull, protestan por las diligencias judiciales sobre el referéndum y la implicación en ellas de altos cargos de la Generalidad. Ésta denuncia a la Guardia Civil y la CUP señala el objetivo. Está por ver lo que sucede, habida cuenta de los cambios en la cúpula de los Mossos y de que a la concentración le ha puesto yesca el portavoz de Puigdemont. La CUP está dispuesta a servir de cuña del golpe de Estado en las calles, a implantar la dictadura de la kale borroka mientras sus diputados y los de Junts pel Sí registran en el Parlament unas leyes que harían las delicias de su conmilitón ideológico Nicolás Maduro, el grotesco tirano que está devastando y bañando en sangre Venezuela.

El ataque terrorista al autobús turístico muestra hasta dónde están dispuestos a llegar los separatistas en su empeño de celebrar el referéndum golpista del 1-O. La falta de una condena firme por parte de la Generalidad evidencia que se trató también o sobre todo de una advertencia a la población local. Los encapuchados de la CUP tienen barra libre. De otro modo, la Generalidad de Puigdemont y Junqueras ya habría anunciado que renuncia a la violencia y convocado elecciones autonómicas.

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