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EDITORIAL

Terrorismo en Navarra... y en Lérida

Cuando no se tiene libertad para expresar una opinión contraria al poder sin correr el riesgo de recibir agresiones, hablar de democracia parece un sarcasmo barato.

El hecho de que el "alto el fuego permanente" no sea capaz de persistir sin la extorsión a empleados navarros ni la destrucción de los medios de vida de los navarros libres que quedan, no puede ocultar el hecho de que en Cataluña el nacionalismo también aterroriza a quienes se atreven a mostrarle públicamente su oposición. El enorme pecado de regalar rosas en Sant Jordi ha supuesto para la popular Dolors López una agresión que, naturalmente, los partidos catalanes se han apresurado en no condenar.

Cuando no se tiene libertad para expresar una opinión contraria al poder sin correr el riesgo de recibir agresiones, hablar de democracia parece un sarcasmo barato. Ese es el resultado de décadas de adoctrinamiento y gobierno nacionalista en Cataluña y País Vasco, una dictadura del odio que Zapatero pretende y desea extender a toda España. Ya se tuvo que lamentar en Madrid una agresión contra una anciana que pretendía recoger esas firmas que Rajoy presentará para exigir que se escuche a los ciudadanos antes de destruir España con el voto favorable del 54 por ciento de los diputados. Es de desear que la propaganda del odio a la derecha que comparten nacionalistas y socialistas no tenga consecuencias peores, pero es difícil ser optimista.

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