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EDITORIAL

UGT y CCOO, de nuevo en evidencia

UGT y CCOO son organizaciones sumidas en el descrédito, auténticas rémoras que nada aportan a la vida socioeconómica.

Apenas 20.000 personas, según sus propios e inflados cálculos, consiguieron reunir la Unión General de Trabajadores y Comisiones Obreras en la manifestación antigubernamental que celebraron este domingo en Madrid, a la que por otra parte asistieron los cabecillas de IU, Alberto Garzón, y Podemos, Pablo Iglesias.

Las indistinguibles centrales sindicales han vuelto a quedar en evidencia. Ya no movilizan ni a sus paniaguados, y la imagen que transmiten, rancia, sectaria, desfasada, no puede ser más patética… y certera: UGT y CCOO son organizaciones sumidas en el descrédito, auténticas rémoras que nada aportan a la vida socioeconómica y que de ninguna de las maneras merecen el trato privilegiado del que aún siguen disfrutando. Por supuesto que no son interlocutoras válidas de una clase trabajadora que jamás ha confiado mayoritariamente en ellas y que en los últimos años directamente les ha dado la espalda de manera cada vez más llamativa. Desde las propias filas de Podemos, hace apenas dos años, se abogaba por un cambio radical en el sindicalismo, que pusiera fin a un modelo "agotado, salpicado por la corrupción y liderado por unas castas que han traicionado a sus bases".

El Gobierno, en fin, no debe rescatarlas ni resucitarlas. El mensaje de la sociedad es claro: UGT y CCOO son entes opacos, indignos de confianza, organizaciones zombis que no tienen lugar en ella. Es hora de que sucumban ante su propia incompetencia.

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