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EDITORIAL

Un discurso, infinitas interpretaciones

El acuerdo por las libertades y contra el terrorismo fue esencial en poner contra las cuerdas a la ETA, precisamente porque expresaba que, ganara quien ganara las elecciones, la presión contra la banda terrorista seguiría igual.

Los breves mensajes de Nochebuena del Rey suelen tener tantas interpretaciones como personas que los escuchan. Es más, como dijo una vez Churchill de los economistas ("Cuando pregunto algo a dos economistas me dan dos respuestas distintas, a no ser que uno de ellos sea Lord Keynes, en cuyo caso me dan tres."), es probable que en algunos casos haya dos versiones distintas del mismo discurso: la que se piensa y la que se dice públicamente. Sólo así cabe explicarse que Diego López Garrido –el mismo que usó a un minusválido para atacar a las víctimas del terrorismo y aún no ha dimitido ni se ha disculpado– haya hecho propio el mensaje del monarca sobre la unidad contra el terrorismo, considerando que el acuerdo por las libertades sigue vivo y que todos lo respetan "excepto algún partido" refiriéndose, como siempre en estos casos, al PP.

El razonamiento seguido para llegar a semejante conclusión es, como poco, tramposo: Garrido ha reducido el pacto al hecho de que el Gobierno dirige la política antiterrorista y a que ésta no debe ser utilizada con objetivos partidistas. El primer punto de un total de diez (más el preámbulo que prohibía acuerdos con PNV o EA) parece ser el único que el PSOE quiere recordar. Ha olvidado el que decía que de "la violencia terrorista no se extraerá, en ningún caso, ventaja o rédito político alguno", o el que afirmaba que "el diálogo propio de una sociedad democrática debe producirse entre los representantes legítimos de los ciudadanos, en el marco y con las reglas previstas en nuestra Constitución y Estatuto y, desde luego, sin la presión de la violencia". ¡Y qué decir del punto que asegura que "las víctimas del terrorismo constituyen nuestra principal preocupación"! Ese ha sido especialmente olvidado, a no ser que entendamos preocupación en el sentido más amplio de la palabra, como la que no dejaba dormir a Peces Barba mientras maquinaba nuevas insidias con las que tapar la boca a la AVT.

El acuerdo por las libertades y contra el terrorismo fue esencial en poner contra las cuerdas a la ETA, precisamente porque expresaba que, ganara quien ganara las elecciones, la presión contra la banda terrorista seguiría igual. Esa es la importancia de la unidad que el Rey ha asegurado que es responsabilidad de "todas las instituciones y fuerzas democráticas", "dentro del pleno respeto a la Constitución". Zapatero no sólo ha destruido ese pacto sino el efecto que sobre los etarras pudieran tener acuerdos futuros similares, al darles la opción de pensar que el PSOE siempre estará ahí para traicionar cualquier compromiso al que llegue con el PP, incluso el más sagrado.

Efectivamente, "la única respuesta a la extorsión, la coacción y la violencia es la que resulta de la primacía de la Ley y del Estado de Derecho", que es justo lo que se pretende destruir con unas conversaciones secretas donde se concretan compromisos con los etarras, como estos se encargan de recordarle constantemente al Gobierno del 14-M. Es justo la postura del PP, al que sólo acompañó el PSOE y unos pocos partidos minoritarios más cuando firmó ese acuerdo destinado a expulsar a ETA de la vida pública y a aislar a quienes hacían componendas con ella. Hoy estamos en otra cosa, en el acuerdo entre el PSOE y los partidos más extremistas para dejar fuera de las instituciones al PP, del que las negociaciones con la ETA no son sino un eslabón más de la cadena con la que se quiere atar en la impotencia a la derecha española.

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