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EDITORIAL

Un equipo mediocre para una agenda radical

Tras una legislatura caracterizada por el extremismo y la división, Rodríguez Zapatero se inclina por la enfatización de sus políticas más controvertidas

El nuevo Gobierno de España refleja la opción de Rodríguez Zapatero por una política intervencionista y radical cuya ejecución dependerá de un equipo gris en el que la experiencia y la eficacia han sido desdeñadas en aras de la fidelidad personal y el cumplimiento de cuotas.

Sólo así cabe interpretar la revalidación de los miembros más incapaces de su Ejecutivo, por no mencionar al mediocre Pedro Solbes, más ocupado en ocultar la realidad de la economía española que en tomar las medidas necesarias para lidiar con la crisis. Además, la permanencia de Pérez Rubalcaba al frente de Interior en una situación de frágil interinidad es una decisión difícil de entender. En cambio, la continuidad de Mª Teresa Fernández de la Vega resulta perfectamente comprensible dado el nulo interés del presidente del Gobierno en las labores de coordinación inherentes a su cargo.

Tras una legislatura caracterizada por el extremismo y la división, Rodríguez Zapatero se inclina ahora por la enfatización de sus políticas más controvertidas. Así, la absorción del departamento de Asuntos Sociales por Educación y el mantenimiento de la calamitosa e ideologizada Mercedes Cabrera no auguran nada bueno. A este mismo espíritu continuista responde también la fusión de Agricultura y Medio Ambiente, un hecho que encarna la adopción por parte del PSOE del modelo eco-socialista a pesar de su creciente descrédito científico y sus nefastas consecuencias económicas.

Por otra parte, la supervivencia del ineficaz Ministerio de la Vivienda y la creación del departamento de Innovación, de carácter transversal y competencias difusas, garantizan la extensión de la tutela estatal a esferas cada vez más amplias de la economía. Que tanto Beatriz Corredor como Cristina Garmendia sean personas de confianza de Miguel Sebastián, el flamante Ministro de Industria y Energía, resulta especialmente inquietante.

Tras los escándalos que marcaron su gestión al frente de la Oficina Económica del Presidente del Gobierno, el economista madrileño pilotará el gigantesco despliegue de medidas intervencionistas prometidas por el PSOE en materia de energía y consumo, tales como la garantía de rentabilidad de las energías renovables, la creación de los Mercados Ibéricos de Gas y Electricidad y la Estrategia Española de Producción y Consumo Responsable. Asimismo, Sebastián dirigirá la transformación de nuestros centros urbanos en "Eco-ciudades" y regulará el mercado audiovisual a través del nuevo Consejo Superior de Medios Audiovisuales y Multimedia.

Peor aún es la creación del Ministerio de la Igualdad regido por Bibiana Aído, cuya experiencia ejecutiva se limita a la dirección de la Agencia del Flamenco en Andalucía. Entre sus tareas destacan la extensión de la aplicación de la perspectiva de género a todas las áreas de la política, la redacción de la prometida Ley de Igualdad de Trato y contra la Discriminación y la puesta en marcha de un vigoroso aparato de vigilancia social a través de los Agentes de Igualdad y del nuevo Consejo para la Igualdad.

En cuanto a Carmen Chacón (o Carme "Chacó", como la llamó ayer Rodríguez Zapatero durante su rueda de prensa), a ella compete ejecutar la nueva Ley de Defensa Nacional, que fortalecerá la Unidad Militar de Emergencia y creará un servicio de apoyo a la promoción de las libertades públicas en el seno de las Fuerzas Armadas.

Por último, el nombramiento de Celestino Corbacho, hasta la fecha alcalde de L’Hospitalet de Llobregat, para la cartera de Trabajo, representa la apuesta de Rodríguez Zapatero por el populismo y la demagogia a la hora de afrontar la urgente reforma del mercado laboral, una decisión de efectos desastrosos para los niveles de ocupación y empleo.

En definitiva, un Ejecutivo fiel a las promesas electorales de Rodríguez Zapatero y a su proyecto de transformación radical y totalizadora de la sociedad española. Un cambio a peor.

En España

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