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EDITORIAL

Un insulto a la inteligencia de los españoles

Los abogados de la Infanta deberían haber diseñado una estrategia de defensa que no constituyera tamaño insulto a la inteligencia de los españoles

Cuatrocientas doce veces "No lo sé". Ochenta y dos veces "No lo recuerdo". Cincuenta y ocho veces "Lo desconozco". Siete veces “No me consta”. Así puede y debe resumirse la declaración que la infanta Cristina hizo el pasado día 8 ante el juez José Castro, cuya transcripción consta de 114 folios, prácticamente ocupados por los enunciados de las infructuosas preguntas de Castro.

Mas le hubiera valido a Doña Cristina acogerse a su derecho a no declarar, tal y como el juez le ofreció al inicio del interrogatorio, antes que responder como lo hizo. Sólo una persona carente de estudios primarios, aquejada de trastornos cognitivos o con una descomunal falta de memoria podría exhibir la carga de olvido, ignorancia y desconocimiento de la Duquesa de Palma respecto a cuestiones elementales de su vida personal y familiar.

Como lamentablemente no hay imágenes del momento, no sabemos con qué cara aseguró Doña Cristina no saber por qué había gastos de material escolar sufragados por Aizóon, o que ella y su marido, que habían establecido la sede de su sociedad mercantil en su domicilio, no hablaban en casa de negocios o asuntos económicos. El amor a toda prueba que trata de utilizar como justificante de su confianza hacia su marido y de su desconocimiento de la actividad de Aizoón entrañaría también una fabulosa incapacidad para ver incluso quién entraba y salía de la sociedad, pues, pese a estar establecida en su domicilio, "tenía una entrada y salida independiente".

Doña Cristina dijo sentirse "casi ofendida" cuando se le planteó la posibilidad de haber sido utilizada como "escudo fiscal" y aseguró que "precisamente por ser hija del Rey" quizá se le ha sometido a "un escrutinio mayor por parte de la Administración". Sin embargo, más tarde dijo que en ningún momento Hacienda le pidió explicaciones respecto del famoso error de la venta de fincas, del que afirmó haberse enterado años después "por la prensa”.

A pesar de tener estudios universitarios, la infanta Cristina pretende que no sabe qué es un tipo fiscal y que ignora incluso qué es el IRPF, hasta el punto de no distinguirlo del Impuesto de Sociedades. A pesar de que es directora del área internacional de la Fundación La Caixa, muestra una increíble ignorancia sobre cuestiones elementales del funcionamiento de las fundaciones y organismos sin ánimo de lucro. Dice ignorar asimismo algo tan elemental como la conformación de la voluntad societaria cuando está participada al 50%. Y hasta cómo paga el servicio doméstico.

Es evidente que esta estrategia de no saber, no recordar y fiarlo todo a lñaki Urdangarín le ha sido marcada por sus abogados. Pues bien, éstos deberían haber diseñado una totalmente distinta, que no semejara un insulto a la inteligencia de los españoles. La imagen de la infanta no hace sino resentirse, y con ella la de la Casa Real.

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