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EDITORIAL

Un partido en crisis al frente de un país en crisis

Si hasta las elecciones del pasado domingo estábamos gobernados por un partido de incompetentes, desde ahora y hasta que se celebren las generales vamos a estar gobernados por un partido de incompetentes furibundamente enfrentados entre sí.

Si hasta las elecciones del pasado domingo estábamos gobernados por un partido de incompetentes, desde ahora y hasta que se celebren las elecciones generales parece que vamos a estar gobernados por un partido de incompetentes furibundamente enfrentados entre sí. El debate abierto en el PSOE entre los partidarios de unas primarias donde se elija nuevo candidato a la presidencia del Gobierno y los que prefieren la celebración de un congreso que designe una nueva cúpula del partido (incluido un nuevo secretario general que haría las veces de candidato a la presidencia) está dejando en evidencia que los socialistas siguen dando prioridad a sus propios intereses antes que a la grave situación por la que atraviesa España.

El adelanto electoral que pedían y piden a gritos tanto la crisis que padecemos como el duro castigo electoral sufrido por el PSOE ha quedado en un segundo plano, tanto por la bochornosa determinación de Zapatero de agotar la legislatura, como por el hecho, ya conocido, de que el PSOE no tiene designado sustituto, algo que no puede hacerse de la noche a la mañana. Si a eso le sumamos el hecho de que las elecciones generales no están previstas para dentro de dos o tres años sino para dentro de nueve meses, poco margen queda para adelantar nada. Y es que, por mucho que cada día que pase de más Zapatero en el Gobierno sea un día perdido para nuestras posibilidades de recuperación, no merece la pena insistir en algo que ya sabíamos: el presidente del Gobierno y su partido anteponen sus intereses a los de España.

Teniendo, pues, que afrontar y valorar el dilema entre un congreso o unas primarias al que nos aboca el enfrentamiento interno que está sufriendo el PSOE, hemos de empezar señalando que ambas supuestas alternativas pueden ser tanto una solución como una farsa de cara al cambio que requiere el PSOE por el bien de España.

Ya hemos dicho que el PSOE necesita no sólo un cambio de líder sino una auténtica transformación que le haga un auténtico partido nacional asimilable a lo que son los partidos socialdemócratas europeos. Desde este punto de vista, el PSOE necesita un congreso que le sirva de catarsis; lo cual no significa, evidentemente, que tenga que celebrarlo mientras siga gobernando. Menos aún significa un respaldo a un congreso que meramente sea una forma de evitar la competencia a Alfredo Pérez Rubalcaba como "nuevo" líder del PSOE, tal y como parece que pretenden algunos barones territoriales, con un insistente Patxi López a la cabeza.

Por su parte, las primarias son, naturalmente, un proceso de selección mucho más democrático y más permeable a que se cuelen corrientes regeneracionistas ajenas al actual aparato del partido. Sin embargo, también serían una farsa si en esas primarias sólo compiten irrelevantes variantes de lo que ha significado el zapaterismo, tal y como son el propio Rubalcaba o la ministra Chacón.

Sea como fuere la fórmula que termine imponiéndose, lo que parece evidente es que, hasta en la forma de marcharse, Zapatero está brindando un pésimo servicio a España.

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