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EDITORIAL

Una excelente noticia para el PP madrileño

El socialismo es malo, pero Tomás Gómez es peor. Cómo será de insustancial el nivel de Tomás Gómez, que ni siquiera en una organización desfondada intelectualmente como el socialismo madrileño ha conseguido imponerse con claridad.

La reelección de Tomás Gómez al frente del PSOE madrileño es la mejor noticia que los socialistas de la capital de España podían brindar a su rival político, aunque lo cierto es que Aguirre no necesita mucho apoyo de sus adversarios a tenor del veredicto insistente de las urnas. En todo caso, cuatro años más de Gómez al frente de los destinos del socialismo de Madrid, garantizan que el PSOE seguirá descendiendo en apoyo popular hasta convertirse en una facción irrelevante a la altura de sus formaciones gemelas en otras regiones de España.

El socialismo es malo, pero Tomás Gómez es peor. El flamante secretario general de los socialistas madrileños comparte ideología con sus correligionarios, pero él tiene la virtud de exacerbar esas posiciones ya de por sí polémicas y hacerlo además sin el más mínimo sentido del ridículo, como ocurre cada vez que se atreve a opinar sobre economía.

En efecto, en materia económica, el programa de Gómez es sencillamente delirante. El resentimiento típico del sectario que ve fracasar sus ideas y el estado de protesta permanente propio de niños privilegiados defensores de la vagancia alternativa, encuentran en este político madrileño su más firme defensor. No hay disparate, por absurdo que parezca, que Tomás Gómez no haya incorporado a su recetario económico, un compendio de consignas antisistema cuyo examen provoca inevitablemente la vergüenza ajena, especialmente tratándose de un adulto y además profesor de economía, plaza que para bien de los usuarios de la Universidad Pública española cabe confiar que no vuelva a ejercer el resto de su carrera.

Pero si como teórico Tomás Gómez es el perfecto hazmerreir de la España cultivada, en la gestión administrativa directa es una calamidad pública que admite escasísimas comparaciones. Las cuentas que ha dejado como herencia política en la ciudad de Parla, cuyo Ayuntamiento presidió ininterrumpidamente durante varias legislaturas, son el mejor argumento para que nadie medianamente sensato le confíe al personaje los destinos de cualquier otro órgano administrativo, por insignificante que parezca.

Cómo será de insustancial el nivel del personaje, que ni siquiera en una organización desfondada intelectualmente como el socialismo madrileño ha conseguido imponerse con claridad en las elecciones a secretario general y eso que, a la hora de disparatar sobre los asuntos candentes de la actualidad, la contrincante que le ha enviado Rubalcaba no se le ha andado precisamente a la zaga.

Sea como fuere, lo cierto es que, a pesar de un 40% de votos en contra, Tomás Gómez estará cuatro años más al frente del PSOE de Madrid. El PP de Esperanza Aguirre tiene motivos para estar satisfecho. Lo peor para Gómez es que los madrileños también. 

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