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EDITORIAL

Una izquierda extrema y dispuesta a todo

Si hay algo que no necesita nuestro país es una izquierda demagógica, irresponsable y con ribetes claramente violentos y totalitarios que añada leña al fuego.

La algarada que se ha producido en el Parlamento gallego este miércoles no es una anécdota sin importancia; bien al contrario, es un síntoma de un problema que viene aquejando a la sociedad española desde hace algún tiempo, y que no hace sino agravarse: la existencia de una izquierda muy radicalizada que está dispuesta prácticamente a todo para imponer sus tesis.

Lo hemos visto con fenómenos como el 15-M y en los cercos al Congreso y al Parlamento catalán, en los gritos y pancartas de manifestaciones más o menos concurridas, en la retórica de sujetos como Cayo Lara, Gaspar Llamazares o Xosé Manuel Beiras...

De forma totalmente coherente con su tradición histórica, la izquierda se está aprovechando de las dificultades del sector más débil de la sociedad para generar un clima de crispación y violencia del que sacar tajada. Trata de debilitar la democracia para poder imponer su programa de máximos.

Lo más sangrante es que esta misma izquierda que ahora levanta el tono tiene una tremenda responsabilidad en no pocas de las desgracias que se abaten sobre la ciudadanía. Lo ocurrido en el Parlamento gallego es un ejemplo perfecto: los salvajes que han reventado la sesión se han visto atrapados en unas preferentes emitidas en su mayor parte durante el Gobierno del bipartito, cuando las fuerzas de izquierdas controlaban no sólo las cajas emisoras sino los organismos de la Administración, por ejemplo el Instituto Gallego de Consumo, que podrían haber evitado el problema.

Del mismo modo, mientras se insulta al Gobierno de Feijóo, lo cierto es que, desde que la cuestión de las preferentes ha estallado, el presidente gallego se ha limitado a cumplir con las exigencias que se le hacían desde otras instancias y Administraciones, especialmente desde la UE. Pero eso no les importa lo más mínimo tanto a los agresores como a aquellos que les jalean.

España se enfrenta a una situación económica muy difícil que va a causar, que está causando ya, graves problemas de índole social: con millones de parados y las redes asistenciales tensionadas al máximo, no se puede esperar otra cosa. En este contexto, si hay algo que no necesita nuestro país es una izquierda demagógica, irresponsable y con ribetes claramente violentos y totalitarios que, aprovechándose de aquellos que peor lo están pasando o mintiendo para mantener determinados privilegios, añada leña al fuego de la terrible crisis que padecemos.

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