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EDITORIAL

Una victoria rotunda de Yolanda Barcina

La decisión de Barcina es una garantía de que Navarra no va a entrar en ese tramposo "tiempo nuevo" anunciado por los socialistas.

La crisis desatada en Navarra por la amenaza socialista de orquestar una moción de censura contra Yolanda Barcina, que contaría con los votos de Bildu, se ha saldado con una rotunda victoria de la presidenta autonómica y líder de la Unión del Pueblo Navarro. Lo ratifica el fiasco de la Comisión de Investigación impulsada en el parlamento navarro que, a pesar de saldarse con una reprobación de circunstancias para salvar la penosa imagen ofrecida por socialistas y proetarras, no ha podido demostrar las sospechas aventadas por el PSN a cuenta de las acusaciones de una exdirigente de la hacienda foral. La propia instigadora de estas acusaciones de corrupción se retractó en la Comisión ante la imposibilidad de poder sustanciar con hechos sus declaraciones anteriores, en las que culpaba a la actual responsable de Hacienda de haber cometido tráfico de influencias en asuntos de fiscalidad.

El fracaso estrepitoso de esta intentona socialista de alzarse con el poder en la Comunidad Foral revela la ligereza con que el PSN se embarcó en esta peligrosa aventura de la mano de los que no ocultan su pretensión de anexionar Navarra al País Vasco. Sin embargo, era evidente desde un principio que esas etéreas sospechas de corrupción no eran más que una excusa para poner en marcha una operación de mucho mayor calado. Eduardo Madina, cuyo ascendente en la política vasca otorga a su voz un indudable peso específico, ya se refirió a este asunto con su apelación a la necesidad de iniciar "un tiempo nuevo", en referencia a su disposición a pactar con el brazo político de la banda terrorista ETA para cambiar el equilibrio de fuerzas en Navarra y, más tarde, también en el País Vasco.

La dirección nacional del PSOE ha contemporizado con este serio problema eludiendo apoyar explícitamente la operación orquestada por su filial navarra. Sin embargo, no cabe atribuir a la decisión de Rubalcaba la virtud exigible a todo partido que aspira a gobernar en España. El PSOE no ha actuado en clave nacional, sino más bien electoralista, y sólo la proximidad de los comicios europeos y el riesgo de sufrir una pérdida sensible de votos ha obligado a sus dirigentes a reprochar el deseo inicial de los socialistas navarros de tomar el poder a través de un acuerdo con la formación proetarra.

La derrota de este peligrosa intentona para la estabilidad del país hay que atribuirla a la firmeza de Yolanda Barcina, que en las casi dos semanas transcurridas desde que estalló este presunto escándalo ha actuado con gran solvencia e inteligencia política. La presidenta navarra ratificó ayer que no va a dimitir, porque objetivamente ha quedado demostrado que no había razón para ello. Su decisión es, además, una garantía de que Navarra no va a entrar en ese tramposo "tiempo nuevo" que la falta de escrúpulos de los socialistas quiere imponer de la mano de los principales enemigos de la Nación.

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