Querido amigo:
Convencido de que eres un representante típico de la franja urbana e ilustrada de la clase media catalana -inteligente, culto, trabajador, honesto, libre de prejuicios y, ¿por qué no?, amante de la buena vida y por lo tanto hostil al igualitarismo demagógico-, te hice llegar mi artículo "Los pecados del patriarca caído" (Libertad Digital, 30/7). Albergaba la esperanza de que impactara en tu sensibilidad de veterano catalanista convertido al independentismo y sentara las bases para un diálogo fundado sobre la racionalidad que, lo sé, ha guiado tu vida. Insisto, la racionalidad ha guiado tu vida: eres un catalán de vieja estirpe y, sin embargo, has dado pruebas de estar abierto a la sociedad plural, tanto en el ámbito familiar como en las veladas entre amigos que compartimos, y no das importancia a la pureza de los apellidos a la manera de los racistas vascos.
Tu respuesta fue abrumadoramente afectuosa y también escueta. Te limitaste a citar un verso célebre del poeta (español) Ramón de Campoamor: "En este mundo traidor, nada es verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que se mira". Sinceramente, esperaba una argumentación más rica, que seguramente estás en condiciones de esgrimir, pero a mí, polemista incorregible, esta respuesta me basta para insistir en la apelación a tu racionalidad.
Efectivamente, el color del cristal es un factor a tener en cuenta cuando juzgamos el aspecto de un objeto. Pero no es el único ni el más importante. Excepto en el caso de los espejos cóncavos y convexos de los parques de diversiones, el cristal no cambia la forma del objeto. Vayamos a lo concreto. La independencia de Cataluña implica la erección de una frontera con España y la Unión Europea. Tú, lector fiel de La Vanguardia, lo sabes, aunque algunos colaboradores sectarios intenten confundir a los paletos, una categoría de la que tú y los convergentes veteranos estáis a años luz de distancia. El sabelotodo Joan Rigol, cofrade de Josep Antoni Duran Lleida y coordinador del Pacte Nacional pel Dret a Decidir, puede alucinar (LV, 19/7):
El día que llegue una soberanía de Catalunya irán todos detrás de Catalunya para que se integre.
Pero tú no te tragas esa píldora. Mejor dicho, no comulgas con esa rueda de molino, porque las dimensiones del embuste superan con creces las de una píldora. En cambio, sí debe de haberte impresionado mucho más que mi modesto artículo lo que escribió en tu diario de cabecera el ecuánime Rafael Jorba con un título elocuente, "Las cartas boca arriba" (LV, 19/7):
La terminología usada por el soberanismo -la "internacionalización del conflicto"- nos retrotrae al lenguaje de la izquierda abertzale de los años ochenta y olvida que España es Europa y, por tanto, la política europea ha dejado de ser política exterior (a la nítida toma de posición de la canciller Merkel me remito). No es extraño que el propio Juncker, en la ronda de conversaciones previa a su elección, recordase al eurodiputado Josep Maria Terricabras que "uno no se convierte en miembro de la UE mandando una carta", en alusión a la misiva que el president Mas envió en enero a los jefes de Estado y de Gobierno de los Veintiocho y al presidente saliente de la Comisión, José Manuel Durao Barroso. (…) Entre tanto, la lectura de la tanda de informes del Consell Assessor per a la Transició Nacional produce vergüenza ajena: da la sensación de que está intentando trocear la piel del oso -del toro, en este caso- antes de matarlo: no sólo el proceso secesionista no se ha negociado con el Gobierno de España, sino que ya se está diciendo a la UE cómo se organizará el Estado que saldrá del choque de trenes.
Volvamos al comienzo de esta carta: el objeto mirado a través del cristal es la unidad indivisible de España, con la salvedad de que si una de sus partes componentes se separa, esa parte quedará automáticamente excluida por iniciativa propia (no expulsada) de la Unión Europea. Y aquí es donde sí influye sobre la toma de decisiones el color del cristal con que se mira. Tú siempre has mirado a través del cristal que lo teñía todo con los colores del liberalismo, el pragmatismo y el posibilismo, lo que explica que nos entendiéramos tan bien a pesar de nuestras diferencias. Tu idiosincrasia y, ¿por qué negarlo?, tus muy legítimos intereses, te hacían sintonizar con el pactismo del peix al cove. Aborrecías los radicalismos hasta el punto de que incluías en esa categoría a los socialistas tibios. Veías a ERC como la gestora de la anarquía y la enemiga de los derechos constitucionales, entre ellos el de propiedad, hoy sujeto a los caprichos de vándalos y okupas. Sabías que los postcomunistas, los socialistas, tanto tibios como calientes, y los capitostes de ERC, miraban la realidad a través de un cristal muy diferente del tuyo.
Para ti, el hecho de que Cataluña, parte integrante de España, esté dentro de la Unión Europea, por la que tanto te gusta viajar sin pasaporte, es una conquista intocable.
El cristal a través del cual ERC, CUP, ICV, Guanyem Barcelona, Podemos, ANC, Òmnium, la monja rebelde y el resto de la corte de los milagros insurgente escudriñan la realidad, la pintan de colores muy distintos, opuestos, a tus favoritos. Tu querida CiU, garantía de equilibrio y estabilidad para tus valores e intereses, ya no lleva la batuta, sobre todo después de la bochornosa caída de su ideólogo y ex honorable líder. El psicodrama tribal, como lo calificó Francesc-Marc Álvaro (LV, 5/6), ha sustituido al tira y afloja de la política civilizada.
Estos ultras que conducen el proceso se ponen eufóricos cuando comprueban que Cataluña va a quedar fuera de la Unión Europea. Abominan de la canciller Merkel, de Juncker, de Durao Barroso. Les importa un pimiento la entronización en Cataluña del terrorismo internacional, de las mafias, del yihadismo. Para ellos lo importante es desembarazarse del Centro Nacional de Inteligencia, de la Guardia Civil, de la Policía Nacional y de las Fuerzas Armadas españolas. O sea los organismos que hasta ahora os han garantizado una vida tranquila y próspera a ti y a muchos de los que se encolumnan alegre y desaprensivamente en manifestaciones pacíficas pero con inquietantes reminiscencias peronistas. Para más inri, estos maniqueístas también ponen en la picota a la Guardia Urbana y los Mossos d´Esquadra, porque odian a todos los que garantizan la vigencia de la ley y el orden, aunque sean catalanes.
No te engañes. El ala belicosa ambiciona la independencia para convertir Cataluña en un feudo de clanes radicales y antisistema, en una franquicia del chavismo. Lamentablemente, los líderes de CiU les allanaron el camino porque creían que así la Hacienda y la Justicia propias dejarían impunes sus chanchullos. Hoy, los energúmenos de la rauxa extorsionan a CiU para que se obstine en violar la ley convocando el referéndum amañado del 9-N.
Mira la realidad con tu vieja lente y descubrirás que estás en muy mala compañía. Te has convertido en compañero de viaje de quienes miran el futuro con la lente del caos. Estoy seguro de que no soportarías que te gobiernen, en una republiqueta aislada de Europa, los pescadores de río revuelto que, vistos desde tu altura intelectual y moral, sólo son dignos de tu desprecio y del desprecio de todos los que, como tú, ejercieron cada cuatro años el verdadero derecho a decidir… a decidir con su voto la consolidación de la democracia parlamentaria y constitucional. Aunque no nos creyerais cuando os advertíamos de que los líderes del partido que votabais, hoy defenestrados o en vías de defenestración, escondían segundas intenciones detrás de su aparente moderación. Uno de vuestros intelectuales, el incómodo Antoni Puigverd, que cultiva la libertad de pensamiento sin ceñirse a los esquemas dogmáticos de sus colegas salvapatrias, ha compuesto el epitafio de esta tentativa de reciclar el devaluado proyecto totalitario para crear un Movimiento Nacional hegemónico (LV, 1/8): "El pal de paller se pudrió".
En síntesis, el color con que ve el mundo este conglomerado de fuerzas enemigas del sistema parlamentario y capitalista y de la Unión Europea es antagónico del color con que lo ve un ciudadano como tú, culto, liberal y tolerante, que disfruta de nuestra sociedad abierta gobernada con criterio racional. Ellos quieren destruirla. Tú seguramente quieres conservarla. Como yo. Si esto nos convierte a ambos en conservadores, tanto mejor. Nuestra amistad será más sólida.
Querido amigo, dilecto entre los dilectos, como tú dices, nuestro afecto sigue intacto. Recibe un fraternal abrazo de
Eduardo Goligorsky.