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Eduardo Goligorsky

'De te fabula narratur'

La impecable denuncia que hace Rahola de la Argentina kirchnerista se puede hacer de la Cataluña de su idolatrado Artur Mas.

La impecable denuncia que hace Rahola de la Argentina kirchnerista se puede hacer de la Cataluña de su idolatrado Artur Mas.

Pilar Rahola interrumpió sus tareas de panfletista en ese simulacro de organismo oficial que es el Consell Assessor per a la Transició Nacional y se fue a dar un garbeo por el Cono Sur. Durante su estancia en Argentina recogió suficiente información para pintar un cuadro tan veraz como desolador de lo que ocurre en ese país, donde el totalitarismo avanza a pasos agigantados obedeciendo a los caprichos de una megalómana y su séquito de aduladores. La versión de Rahola es impecable. Lo que pasó inadvertido a la testigo de este desquicio es que a ella, militante del secesionismo catalán, se le podría reprochar: de te fabula narratur, estás contando tu propia historia.

La patita del poder

En mi artículo "Artur y Cristina" me ocupé de las similitudes entre los procesos de involución totalitaria que se están desarrollando en Argentina y Cataluña, pero quien destaca ahora, sin quererlo, las similitudes es una protagonista y apologista de dicho proceso en el segundo escenario. En sus "Crónicas de K", que aparecieron en La Vanguardia entre el 5 y el 9 de junio, Rahola alude reiteradamente al miedo que pesa sobre la sociedad argentina y que ensombrece la vida política, económica, cultural, social e incluso familiar. Escribe el 5/6:

A pesar de relacionarme con periodistas, empresarios, intelectuales, cuyas voces siempre consideré sensatas y fuertes, esta vez los pensamientos se formulan con sordina y mirando por los costados, no sea caso que alguien escuchara más de lo debido. "¿Qué está ocurriendo?", pregunto con desazón, y la respuesta es la misma en cualquiera de las conversaciones: "K lo controla todo". Y del control a la represalia, cada día hay menos distancia en la Argentina de la Presidenta.

E insiste el 7/6:

Todo está "tocado", periodistas, intelectuales, entidades no oficialistas, empresarios, y nada escapa a la patita del poder, cuya tendencia a subir en decibelios la retórica populista camina pareja al enriquecimiento desorbitado de su casta de poder.

¿Y cómo funciona "la patita del poder" en Cataluña? Desde el simulacro de organismo oficial del que forma parte la panfletista Rahola hasta los medios de comunicación de la Generalitat, pasando por la prensa subvencionada y el teratológico aparato de propaganda secesionista igualmente subvencionado (Òmnium Cultural, Assemblea Nacional Catalana, Plataforma Pro Seleccions Esportives Catalanes, actos y exposiciones de desinformación histórica para mitificar e instrumentar el tercer centenario de la guerra dinástica de 1714, legiones de asesores y embajadores, etcétera), todo ello configura "la patita del poder" que exprime las menguadas arcas locales y, con ellas, el bolsillo de los ciudadanos. Sin olvidar "el enriquecimiento desorbitado de la casta de poder". Mientras, aquí también, los empresarios que asisten con espanto a la ruptura con España y con Europa, y los intelectuales y periodistas que comparten este sentimiento, optan por “formularlo con sordina y mirando por los costados” para salvaguardar sus intereses, los unos, y sus puestos de trabajo, los otros. La maquinaria secesionista es arrolladora y sube hasta límites insoportables los decibelios de su retórica.

Bunkers y trincheras

Al clima de crispación y desconfianza que tan bien describe Rahola se le aplica, una vez más, el de te fabula narratur. Y no me remito a la opinión de los hostiles Albert Boadella o Alejo Vidal-Quadras, sino a la del complaciente Antoni Puigverd (LV, 7/6):

Cada vez es más difícil cenar en paz con amigos de ideas políticas diferentes a las tuyas. En Catalunya, en los últimos tiempos, se está imponiendo una nueva ley no escrita: mejor no hablar de política. "¡Pero si todo el mundo habla de política!", me dirán. Sí, pero sólo cuando están seguros de contar con el clima favorable. Se habla de política sólo en los bunkers y trincheras.

El miedo tiene nombre en Argentina. Se llama Guillermo Moreno y no es ministro, como repite tres veces Rahola (7/6), sino todopoderoso secretario de Comercio Interior. Este energúmeno recibe a los empresarios con un revólver sobre la mesa y no vacila en proferir obscenidades contra estos y sus esposas. No hay nada parecido en Cataluña, pero… Moreno es un enemigo acérrimo de la libertad de comercio que aprobaría a pies juntillas las impugnaciones de la Generalitat contra la unidad de mercado. Y no conforme con adulterar las estadísticas del coste de la vida, que él controla, moviliza a los matones del clan kirchnerista La Cámpora para que vigilen los precios e intimiden a los comerciantes. Sus clones catalanes los intimidan aplicando multas ilegales a las tiendas que rotulan en castellano.

Adueñarse del Barça

Se asombra Rahola del uso político que hace el kirchnerismo del fútbol (7/6), sin darse cuenta de que estamos en pleno auge de la campaña de Artur Mas y Sandro Rosell para adueñarse del Barça y convertirlo en instrumento del movimiento secesionista. No sólo lo segregan irresponsablemente del resto de la afición deportiva española y mundial, embanderándolo en un proceso sectario y endogámico, sino que además le endilgan una nueva camiseta donde el símbolo nacional catalán está polucionado por la propaganda de un emirato tribal adscripto al fundamentalismo islámico.

Rahola se escandaliza, con razón, porque el régimen kirchnerista está negociando un acuerdo exculpatorio con los jomeinistas que provocaron una masacre en Buenos Aires al atentar contra una institución judía (6/6). Se escandaliza sin pensar que de te fabula narratur, es tu propia historia. No sólo porque los secesionistas entran en componendas ostentosas con ese emirato cuya versión del islamismo es la que fomenta la yihad contra nuestra civilización, sino también, y sobre todo, porque el brazo fuerte del secesionismo, esa ERC que lleva la batuta, es la misma que urde alianzas electorales con Amaiur, una de las franquicias del entramado proetarra. Y la sigla ETA es inseparable del recuerdo de la masacre de Hipercor en Barcelona y la de la casa cuartel de la Guardia Civil en Vic, como el nombre de Irán lo es del recuerdo de la masacre de la AMIA en Buenos Aires.

En fin, Rahola describe con precisión implacable la deriva totalitaria del régimen kirchnerista (5/6):

El discurso de K es simple como el de todos los K: "Yo soy el pueblo; quien está contra mí está contra el pueblo; y la democracia me sirve a mí, porque soy el pueblo". Y es así como K va desmontando los pilares de la democracia, mete su pataza en los distintos poderes, desde el judicial, el empresarial, el social o el periodístico, hasta contaminarlos y confundirlos, y por el camino de intentar dominar autárquicamente a una sociedad plural y compleja, está consiguiendo paralizarla. (…) Una Mesías que se vende como salvadora de la patria; un miedo que recorre la espina dorsal del pensamiento libre; un gobierno que totaliza su poder hasta la asfixia, y un país roto en canal, dividido a lado y lado del maniqueo discurso del poder.

Quien lea esta imputación punto por punto, cambiando el género donde corresponda, entenderá el porqué del de te fabula narratur: "Soy el pueblo", "quien está contra mí está contra el pueblo", "mete su pataza en los distintos poderes, desde el judicial, el empresarial o el periodístico", “dominar autárquicamente a una sociedad plural y compleja”, “Mesías”, “salvadora de la patria”, “un país roto en canal, dividido a lado y lado del maniqueo discurso del poder”. Allá, por ejemplo, el proyecto de elegir mediante votación bajo siglas de partidos políticos a los miembros del Consejo de la Magistratura que elige, asciende y destituye a los jueces. Acá, terminar con los fallos adversos del Tribunal Constitucional, la Audiencia Nacional y el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña mediante la creación de un Poder Judicial endogámico y bien predispuesto con las jerarquías locales.

Catecúmenos dóciles

Rahola olvida mencionar que en Argentina existe un movimiento de catecúmenos dóciles, dispuestos a avalar los peores desafueros del kirchnerismo. Se llama Carta Abierta. Escriben, rindiendo pleitesía a Cristina, con la misma sumisión ciega con que Rahola ensalza la última voltereta táctica de su Mesías salvapatrias (LV, 12/6):

Aunque está claro que el discurso de Mas presenta muchas incógnitas, la mayoría de ellas vinculadas a la estrategia que seguir, también es un hecho que no se mueve del guión. Y el guión ya no es cómo gobernar la autonomía, sino cómo convertirse en una soberanía completa. Ergo, ya no se trata del posibilismo servil, sino del salto hacia delante del compromiso nacional, más allá de las enormes dificultades que se plantean. De aquí que Mas tenga mirada de estadista y no de gestor de Diputación maquillada. Y de aquí también que sea visto, por los defensores del statu quo español o del panzacontentismo catalán, como un iluminado.

A quienes piensan por sí mismos, apartándose del rebaño, los kirchneristas los tildan de vendepatrias y oligarcas, y los secesionistas de botiflers y españolistas. Rahola suma a estas acusaciones, y a la de autoodio, la de panzacontentismo. Para los totalitarismos no hay alternativas: o eres un hombre-masa mimético, según la definición de Ortega y Gasset, o eres un traidor.

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