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Eduardo Goligorsky

Esta es España

Ha sido una carnicería anunciada que nos cogió distraídos con guiñoles esperpénticos.

Ha sido una carnicería anunciada que nos cogió distraídos con guiñoles esperpénticos.
Efectivos policiales en el lugar del atentado | EFE

España ha sido víctima de un ataque yihadista. El punto elegido por los bárbaros ha sido Barcelona. Podría haber sido cualquier otra ciudad del territorio español. Porque los bárbaros saben, a diferencia de algunos compatriotas empeñados en fracturar las defensas, dónde empieza y dónde termina España.

Ni Estado español ni nación de naciones. España, y dentro de España, Cataluña, y dentro de Cataluña, Barcelona. El enemigo lo tiene claro. Apuntó contra España con la mira puesta en Barcelona. Habrá que repetir el nombre un millón de veces para compensar todas las otras en que los renegados, los ignorantes y los frívolos lo sustituyeron por un trampantojo.

Barcelona ha pagado el honroso precio de representar a España, a Europa, a la OTAN, a la civilización. Es imperioso que hagamos balance de esta responsabilidad. Se terminó el tiempo de los postureos, de las amenazas cainitas, de las revoluciones retrógradas. Ha sido una carnicería anunciada que nos cogió distraídos con guiñoles esperpénticos.

Una mirada retrospectiva debería llenarnos de vergüenza al comprobar que mientras los asesinos velaban sus armas una patulea de trepadores excitaba las pasiones de las masas para destruir el entramado social de nuestra comunidad. Debilitándonos. Exhibiendo nuestras miserias. Sacralizando mitologías inservibles.

Quienes expulsaron a las Fuerzas Armadas del Salón de la Enseñanza, agraviaron a la Guardia Civil, menospreciaron los símbolos que nos aglutinan en la guerra de civilizaciones y ofendieron al jefe de Estado que representa a todos los españoles, deberían acudir cabizbajos al homenaje a nuestros muertos y dejar el campo libre a quienes sean capaces de liderar una ciudadanía española unida en la defensa de sus derechos y en la recuperación de su lazos de solidaridad.

Porque esta es España cohesionada en el dolor.

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