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Edwin Feulner

Gracias, Francia

La reacción antifrancesa que se ha despertado en Estados Unidos muestra interesantes aspectos. Muchas personas han dejado de comprar vinos y quesos franceses. Pero yo pienso que más bien tenemos una deuda de gratitud con Francia. Necesitábamos ver esa combinación única de arrogancia, cinismo y envidia para darnos clara cuenta del mito que las Naciones Unidas es el lugar para resolver los problemas serios que surjan entre naciones soberanas.

Las Naciones Unidas necesitan una reparación de urgencia. No se trata de acabar con ella porque el concepto de un foro donde las naciones puedan discutir problemas tales como hambrunas y derechos humanos puede ser útil. Pero la reparación de fondo es necesaria.

Parte de la reorganización del organismo internacional es apartarlo de los asuntos que tengan que ver con la guerra y con la paz. En eso, la ONU sólo suele empeorar la situación. Y, en cualquier caso, jamás pensar que necesitamos el permiso de la ONU para defender a nuestros ciudadanos y a nuestros intereses. Así quedaríamos a la merced de los intereses de otros países.

El apoyo a los esfuerzos de la coalición de quitar a Saddam era algo lógico. Además de burlarse Saddam de 17 resoluciones de la ONU que lo obligaban a desarmarse, asesinaba a su propia gente, bombardeó a sus propias tropas cuando se retiraban en la Guerra del Golfo e invadió a tres de sus vecinos.

Pero los franceses y los rusos querían que Estados Unidos estuviera sujeto a la aprobación de una resolución número 18 antes de comenzar hostilidades. Insistían que la paz es mejor que la guerra, pero sus verdaderas motivaciones eran otras, muy diferentes. Al asomarnos tras la cortina encontramos que París, Moscú y Berlín tenían fuertes intereses comerciales en el Irak de Saddam Hussein: grandes contratos petroleros y ventas de armas prohibidas.

Lo que más les preocupaba es que tales contratos fueran a ser cancelados después de una guerra y bajo un nuevo gobierno iraquí. Estados Unidos se ha comprometido a que el petróleo iraquí beneficie solamente a los iraquíes. Ahora, Francia, Rusia y Alemania tendrán que esperar y saber exactamente lo que eso significa.

La noción que una guerra es “ilegal” a menos que tenga la aprobación del Consejo de Seguridad es tan ridículA como haber visto a diplomáticos de Estados Unidos tratando de convencer a Camerún y a Mauritania para que votaran por una resolución número 18. De unas 200 guerras que han ocurrido desde 1945, el Consejo de Seguridad ha “aprobado” apenas dos: la de Corea y la del Golfo.

Las Naciones Unidas es una sociedad de debates bajo el control de una de las peores y más impenetrables burocracias del mundo. De vez en cuando hace cosas buenas con fuerzas de paz y acciones caritativas. Pero el reciente espectáculo nos dejó ver claramente para lo que sirve y para lo que no sirve las Naciones Unidas. Y eso se lo tenemos que agradecer a Francia.

Merci, France.

Edwin Feulner es presidente de la Heritage Foundation.

© AIPE


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