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El Club de los Viernes

((De independencia y libertades))

¿Cómo ver el independentismo catalán desde el prisma liberal?

Hay quien confunde Nación con Estado. Nacionalismo con el amor a la tierra donde vive. Los intereses de la élite gobernante con los intereses de los gobernados. Rey y República con Democracia. Política con la conquista del poder. Fascismo con liberalismo. El tamaño del territorio de un Estado con el peso que éste tiene en la vida de los individuos sometidos a él. Todo esto se entremezcla en el asunto de Cataluña. Todo esto y mucho más.

Pero ¿cómo ver el independentismo catalán desde el prisma liberal?

Bueno, liberales hay casi tantos como personas que aman profundamente la libertad. No nos pronunciaremos en nombre de todos, como es lógico, pero sí podemos tratar de arrojar un poco de luz y dejar claro cuál es nuestro punto de vista.

A menudo se cita a Ludwig von Mises para justificar el derecho de secesión de los pueblos. Veamos una frase muy contundente de su obra Nación, Estado y economía, de 1919:

Ningún pueblo y ninguna parte de un pueblo deben ser retenidos contra su voluntad en un conjunto estatal que rechazan. La nación política es la expresión del conjunto de aquellos que, animados del sentimiento de libertad, quieren formar un Estado.

Sin ambages, directo al grano. ¿Podría alguien que defienda la independencia de Cataluña resistirse a utilizar esta cita? Difícilmente.

Analicemos varios aspectos relacionados. El primero tiene que ver con el contexto histórico en el que se escribió; el periodo de entreguerras de la primera parte del s.XX. Nada que ver con la España y la Cataluña actuales. También es discutible el paralelismo que interesadamente haría un independentista entre pueblo retenido contra su voluntad y el total de los catalanes. Por último, y lo más importante, Mises explicita cuál es el propósito principal y el fin último de su afirmación: conseguir la libertad.

Aunque muchos liberales cercanos al anarquismo libertario puedan sentir la tentación de buscarle alguna vuelta a este escueto análisis, debemos pasar del plano filosófico a la arena política, a la realidad y al necesario pragmatismo que la situación requiere. Por tanto, reduciendo los argumentos y simplificando mucho, tenemos solo dos opciones en el problema catalán: Cataluña mantendrá su statu quo o será independiente. No hay más posibilidades plausibles en el corto y medio plazo.

Podríamos citar el conjunto de libertades que hemos tenido desde la Transición hasta nuestros días, pero a partir de ahora nos referiremos exclusivamente a las libertades civiles, tanto las que otorga la Constitución como las que de forma efectiva hemos venido disfrutando hasta ahora. Tenemos libertad de expresión, de confesión, de asociación, de reunión, de empresa, libertad para circular por todo el territorio o para contraer matrimonio, entre otras. Todas ellas forman parte de nuestras vidas. Sería difícil imaginar que nos faltaran. Es más, como la mayoría no hemos conocido otra cosa, hay quien no les da importancia. Se dan por seguras. En otras palabras, un español es en muchos aspectos un individuo libre.

Ahora retomemos el espíritu de la frase de Mises –conseguir la libertad– y pasemos a proyectar cuánta se podría disfrutar en el hipotético caso de que se consiguiera la independencia. Les remitimos al manifiesto que en El Club de los Viernes hemos publicado con motivo de la campaña contra el fraudulento referéndum secesionista del 1 de Octubre, denominada Som 47 milions:

En Cataluña hay un ambiente de opresión hacia todo aquel que cuestione cualquier aspecto de la ideología separatista. La deriva de una parte de la población catalana hacia postulados segregacionistas y excluyentes, basados en una visión identitaria, no se debe a una deriva que parte de la sociedad. Responde a un largo proceso de ingeniería social. Proceso que ha sido conscientemente desarrollado, alentado y estimulado por los sucesivos gobiernos autonómicos. El actual desafío secesionista es solo la punta del iceberg de un problema mucho mayor: la intromisión del gobierno en la vida de los ciudadanos para lograr su transformación ideológica y satisfacer los intereses políticos de una minoría.

No es discutible la falta de ciertas libertades en Cataluña, desde la libertad de expresión hasta la relacionada con el uso de la lengua, pasando por todo tipo de imposiciones y coacciones. En base a esto, y teniendo en cuenta las políticas que se vienen llevando a cabo, podemos también intuir cuantas más se podrían llegar a cercenar.

Ahora reflexionen, ¿de verdad creen que la independencia de Cataluña tiene que ver con la libertad individual?

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