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Emilio Campmany

Aunque no gobierna, el rey reina

La responsabilidad de Felipe VI en esta hora es mucho más grande de lo que quizá a él le gustaría que fuera. Pero el caso es que lo es.

La mala educación de los políticos es tanta que, tras entrevistarse con el rey, no tienen empacho en contar lo que el rey les ha dicho. Si quieren hacer declaraciones, que cuenten lo que ellos le han contado al rey, pero deberían respetuosamente callarse lo que el rey les ha contestado y que sea éste quien lo haga público si lo cree conveniente. Pues bien, nada más salir de su entrevista en Zarzuela, al representante de Compromís, Joan Baldoví, le faltó tiempo para contar que el rey está en la idea de proponer como primer candidato a la investidura a Mariano Rajoy, a menos que éste no desee ser presentado. Por lo visto, entiende Felipe VI que esta forma de actuar se corresponde con el "orden natural".

No sé si la interpretación que hace Baldoví se corresponde con el pensamiento de Su Majestad. Pero, si es así, el rey está completamente equivocado. Según el artículo 99 de la Constitución, su función consiste en consultar a las fuerzas políticas con representación parlamentaria y, después de haberlo hecho, proponer como candidato a presidente del Gobierno a quien a él le parezca, no a quien se lo pida ni quien haya logrado no sé qué resultado. Naturalmente, en su obligación está elegir a alguien que tenga una probabilidad razonable de ser investido. Pero no incluye la de proponer a nadie que alegue una legitimidad que la Constitución no otorga, como es la de haber ganado las elecciones o haber quedado segundo.

Lógicamente, antes de presentar a nadie, tendrá que preguntar a las fuerzas políticas qué harían de ser éste o aquél el candidato y sólo presentar a quien tenga apoyos suficientes. De no haber nadie, el rey puede esperar tanto como crea conveniente a ver si los partidos políticos son capaces de llegar a un acuerdo. De no ser así, tendrá que proponer a alguien a sabiendas de que no saldrá investido al solo efecto de que empiece a correr el plazo de dos meses necesario para poder convocar nuevas elecciones. Sólo en este caso tiene sentido proponer a un Mariano Rajoy sin apoyos suficientes por ser el más indicado para cumplir con el formalismo al haber sido el candidato más votado. Pero no debería ser propuesto para perder y que empiecen a transcurrir los meses sin antes haber agotado toda oportunidad de que alguien logre ser investido.

Por lo tanto, al rey no corresponde ir proponiendo candidatos según el "orden natural", sino que debe presentar a quien vaya a ser investido y a nadie más. Y lo que vale para Mariano Rajoy, vale igualmente para Pedro Sánchez. Da igual que haya sido el segundo o no. El rey sólo podrá proponerle tras haberse asegurado de que cuenta con los votos y abstenciones necesarios para ser investido. La responsabilidad de Felipe VI en esta hora es mucho más grande de lo que quizá a él le gustaría que fuera. Pero el caso es que lo es.

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