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Emilio Campmany

¿Aventurero o regenerador?

Dirán que Mario Conde es un expresidiario, un ladrón y no sé cuántas cosas más, con mayor o menor razón, pero están de los nervios porque no es un aventurero ni un antisistema.

El anuncio de Mario Conde de presentarse con su nuevo partido, Sociedad Civil y Democracia, a las elecciones gallegas de la primavera de 2013 ha hecho que se giren contra él todos los cañones de grueso calibre. Unos lo tachan de aventurero y dicen que recuerda a los casos de Jesús Gil y Ruiz Mateos. No creo que sean comparables. Es posible que moralmente Conde tenga la misma categoría que esos dos, pero es infinitamente más listo y está mucho mejor preparado, sin que eso signifique que tales condiciones sean indispensables para la política. En cualquier caso, aquéllos defendían groseramente intereses particulares; éste, al menos, aparenta ser más altruista.

También se ha dicho que es un antisistema, como si fuera en la derecha el equivalente a los que desde la izquierda subvierten el orden con manifestaciones ilegales, increpando a la Policía o tratando de tomar el Congreso de los Diputados. Tampoco es cierto. Para empezar, la extrema izquierda no quiere subvertir el sistema: lo que quiere es apoderarse de él por procedimientos no democráticos, nada que nos resulte nuevo. Desde luego, Mario Conde quiere cambiar el sistema, pero eso no lo convierte en antisistema, ya que el procedimiento por el que pretende hacerlo es el electoral, el único lícito.

Por último, ha sido comparado con Rosa Díez, pero sólo por quienes tienen una pésima opinión de la diputada de UPyD. Aquí la asimilación tiene más sentido, porque es obvio que SCyD pretende ser al PP lo que UPyD está siendo para el PSOE, el partido que recoja los votos de los desencantados. No obstante, hay una diferencia. Mientras Rosa Díez es ducha en las lides de la partitocracia española, Mario Conde es un lego, sin que eso tenga que ser necesariamente bueno o malo.

Dirán que Mario Conde es un expresidiario, un ladrón y no sé cuántas cosas más, con mayor o menor razón, pero están de los nervios porque no es un aventurero ni un antisistema. Es una opción. Habiendo sido condenado por quedarse con el dinero del banco que dirigía, lo normal es que no tuviera posibilidad alguna de lograr un resultado positivo en unas elecciones. Pero las tiene, y no sólo porque los españoles seamos muy indulgentes con esta clase de pecados, sino porque, precisamente por serlo, los dos grandes partidos están muy lejos de ser un ejemplo de comportamiento moralmente aceptable. Y ahí los tienen. ¿Quién le va a dar lecciones a Mario Conde: Rubalcaba, cubierto de la "bazofia" de Interligare, o Ignacio González desde la terraza del ático que tiene alquilado en Marbella? Y eso por no citar más que dos escándalos recientes de uno y otro partido. Si de lo único que pueden acusarle para desacreditarlo es de mangante, ya se pueden tentar la ropa; porque de eso cuecen habas, más en el PSOE que en el PP, a calderadas. 

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