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Emilio Campmany

Cifuentes y Valdeón

Con la de oportunidades que han tenido para hablar, y ha tenido que ser ahora que el PP amaga con cumplir una promesa.

Con la de oportunidades que han tenido para hablar, y ha tenido que ser ahora que el PP amaga con cumplir una promesa.

Este PP que padecemos es lo nunca visto. Llegan los tíos al poder ganando unas elecciones por mayoría absoluta y, nada más tomar posesión, violentan día tras otro su propio programa y en sus filas no rechista nadie, incluidas Cristina Cifuentes, delegada del Gobierno en Madrid, y Rosa Valdeón, alcaldesa de Zamora. Cuando subieron los impuestos en flagrante contradicción con lo prometido en el programa, ninguna protesta salió de su boca. La puesta en libertad de Bolinaga no alteró su disciplina de partido. La masiva excarcelación de etarras tampoco ha hecho que rompieran su silencio. Mudas han continuado ante el abandono en el que han quedado las víctimas del terrorismo. La tolerancia del Gobierno con el despilfarro de nuestro dinero por parte de la Generalidad de Cataluña no ha roto el sello de sus labios. Y ningún rechazo han manifestado a la tibieza de Rajoy a la hora de responder al desafío soberanista. Que en Cataluña siga sin estar en vigor la Constitución gracias a la tolerante actitud del Gobierno no ha despertado en ninguna la más leve inquietud. Y tampoco lo ha hecho la renuncia culpable del Gobierno a saber qué pasó el 11-M. Naturalmente, nada que no sea chitón y punto en boca puede esperarse de ellas en el asunto de los recortes sociales, mientras la pantagruélica Administración sigue derrochando nuestro dinero.

Pero, amigo, llega para el Gobierno el momento de amagar con que va a cumplir uno de los muchos puntos que tenía el desatendido programa del PP, precisamente el de la Ley del Aborto, y las dos han saltado como panteras rebelándose contra el Gobierno. La una para decir que le gusta más una ley de plazos, que es la del PSOE y que, con independencia de su conveniencia, es inconstitucional, y la otra para decir que debería continuar existiendo el supuesto de malformación del feto, que es la vía legal para acabar con tarados, subnormales y retrasados antes de que tengan el mal gusto de nacer.

¿Y por qué ha sido precisamente este asunto el que ha despabilado la conciencia política de estas dos mujeres tan inclinadas al discreto callar? ¿Por defender sus ideas? Ni hablar. En sus ideas, si son parecidas a las de sus votantes, se ha ciscado el Gobierno un montón de veces y ninguna de las dos ha dicho mu. Si ahora se encampanan es porque este asunto es uno muy querido al electorado de izquierdas y ambas, una como potencial candidata a la alcaldía de Madrid y la otra como segura aspirante a la de Zamora, quieren rebañar votos entre esos electores, que a los de derechas ya piensan ellas que los tienen asegurados. Al hacerlo, se han revelado adelantadas discípulas de la escuela que fundara Gallardón, que hoy paradójicamente resulta ser el defensor de la reforma de la Ley del Aborto que tanto ha ofendido a estas otrora dóciles dos. Gran partido este PP.

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