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Emilio Campmany

Doblan por Zapatero

La cuestión es quién le pone el cascabel al gato y le convence de que se vaya. Probablemente no será fácil, porque ya no sabe hacer otra cosa que destrozar países y arrasar naciones y donde únicamente le dejan hacerlo es aquí.

Si John Donne viviera, o si al menos lo hiciera Hemingway, que lo parafraseó, podría cualquiera de ellos escribir hoy: si vas por Cataluña, no preguntes por quién doblan las campanas; doblan por Zapatero. La tierra de parte de mis antepasados fue la cuna política de este vallisoletano que quiso ser leonés sin tener el corazón que se exige para poder decirse de esas tierras. Y ahora, esa misma Cataluña será su tumba política.

Tiene gracia, porque a estas horas es seguro que no entenderá nada. Les dio un estatuto que no habían pedido, les garantizó que su trozo de tarta en las inversiones públicas nunca dejaría de ser suficientemente grueso, se peleó con casi todos sus barones por defender su capricho de ser diferentes, dio cuanto se le pidió y aun lo que no se le había pedido ¿y así se lo agradecen? ¿Con 28 míseros escaños, que vergüenza me da decirlo?

En algún cenáculo he oído que lo de Cataluña apenas iba a afectar al PSOE nacional porque la debacle ya se daba por descontada. Puede que dieran por descontado una pérdida de 3 ó (¡toma tilde y que rabien los académicos!) 4 escaños. Incluso puede que se vieran capaces de hacer creer que tenían asumido quedarse en poco menos de 30, pero tener que aguantarse con 28 escuálidos "diputats", eso no hay cristiano que lo dé por descontado.

A lo mejor, en el Consejo de Ministros del próximo viernes, entre las sales que lleve Rubalcaba y los masajes que le aplique la Chacón, el ánimo del cadavérico presidente se levanta. Pero a ver quién es el guapo que convence a Barreda y a Fernández Vara de que con este caballo, qué digo caballo, con este penco que pretende arrastrarse y arrastrarnos hasta 2012 es posible ganar en sus respectivas regiones, eternos feudos que fueron del socialismo español. No veo a ninguno de los dos muy dispuesto a poner su barba a remojar a la vista del afeitado bien apurado que le han metido al compañero Montilla. Estoy seguro de que a estas horas se han adscrito entusiastas a lo que podríamos llamar la doctrina Recarte, que Zapatero dimita cuanto antes y que venga Rubalcaba o cualquier otro a ver si es posible llegar a las autonómicas con una posibilidad razonable de salvar los muebles.

Por lo tanto, la cuestión no es qué decisión tiene tomada Zapatero acerca de si se presentará o no y de cuándo lo comunicará urbi et orbi. Eso no le interesa ya a nadie. La cuestión es quién le pone el cascabel al gato y le convence de que se vaya. Probablemente no será fácil, porque ya no sabe hacer otra cosa que destrozar países y arrasar naciones y donde únicamente le dejan hacerlo es aquí. Pero los socialistas tienen que ver el modo de impedir esta especie de suicidio colectivo al que se ven abocados y del que el resto de los españoles vamos a salir con los huesos bien molidos. No obstante, supongo que para el caso de que el interfecto se niegue a ser cadáver, ya habrá media docena que en Ferraz y en Gobelas estén afilando las guadañas. Atentos, pues, al escenario, sin quitarle ojo, que lo que ha de ocurrir sucederá tras los decorados y entre bambalinas. Los de las primeras filas que se pongan los chubasqueros para que no les salpique la sangre.

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