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Emilio Campmany

El dilema del moderado

Si cuando llegue el momento de votar el panorama sigue siendo el que dibujan las encuestas, el votante moderado regeneracionista tendrá un gran problema.

Si cuando llegue el momento de votar el panorama sigue siendo el que dibujan las encuestas, el votante moderado regeneracionista tendrá un gran problema.

Es llamativo que muchos desencantados, después de haber votado durante décadas con moderación, en vez de buscar hoy a otros partidos igualmente moderados que tengan un programa de regeneración se han lanzado en brazos de la más extremista de las nuevas propuestas. Sin embargo, quedan electores desencantados que desean seguir siendo moderados y no quieren, por muy indignados que estén, dejarse arrastrar por el radicalismo. Para ellos hay opciones moderadas con propósitos regeneracionistas. Está la de izquierdas, representada por UPyD; la transversal, es decir, la de Ciudadanos, y la de derechas, que abandera Vox. Pero parece que ninguna de ellas está logrando ser suficientemente atractiva como para suponer una alternativa a Podemos. De manera que los que desean seguir siendo moderados pero abominan del PSOE y del PP y de sus corrupciones pueden desde luego dar el voto a estos partidos, pero sabiendo que a corto plazo no será muy útil.

Si cuando llegue el momento de votar en las elecciones generales el panorama sigue siendo el que hoy dibujan las encuestas, el votante moderado que desee una verdadera y profunda regeneración tendrá un gran problema. En esas elecciones los partidos moderados de regeneración no tendrán ninguna oportunidad y lo único que se discutirá es si Podemos podrá, con o sin la ayuda del PSOE, llevar a cabo su reforma radical, o si por el contrario todo seguirá poco más o menos como siempre con el PP, en alianza o no con el PSOE. Es la alternativa Arriola: o gobierna Pablo Iglesias o lo hace Rajoy. En estas condiciones, el elector regeneracionista moderado puede sentirse atrapado en la disyuntiva de tener que elegir entre Podemos, si prima en él el deseo de cambio, aunque sea a peor, y Rajoy, si pone por encima de todo la moderación, aunque sea corrupta. Votar al PSOE significará dejar en manos de los socialistas la decisión, ya que a lo más a lo que pueden aspirar es a tener la llave para dar el Gobierno a Podemos o al PP.

Y sin embargo, el moderado regenerador debería superar la tentación del voto útil, porque, tal y como están las cosas, la última esperanza de una verdadera regeneración está en esos tres partidos, si es que, como parece, la desean sinceramente. Ya sé que tendrán que atravesar un desierto y que sus votantes tendrán la sensación de haber tirado el voto a la basura. Pero cuanta más fuerza tengan durante la legislatura de hierro que nos espera a partir de 2016, más posibilidades habrá de que puedan aplicar su programa en 2020. Abandonarles ahora por el mal menor, sea del color que sea, es tanto como renunciar definitivamente a la regeneración que España necesita y que, desde luego, no es ni la comunistoide de Pablo Iglesias ni la de mero maquillaje que Rajoy vende. No deben consentir los moderados que desean la reforma que todo se resuelva entre radicales y conformistas.

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