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Emilio Campmany

El domingo del chantajista

Zapatero ha perdido la oportunidad que le brindaba la crisis económica de haber pactado con el PP los presupuestos generales y dejar, por una vez, a los partidos nacionalistas con un palmo de narices. Pero Zapatero no lo ha hecho y Rajoy no lo ha exigido.

De nuevo serán dos partidos nacionalistas los que con sus votos permitirán a un Gobierno minoritario aprobar los presupuestos generales. En nuestra democracia se ha consolidado la costumbre de que todo Ejecutivo que no cuente con mayoría absoluta en el Congreso se someta anualmente al chantaje de algún partido nacionalista para sacar adelante las cuentas públicas. Siempre, los más dispuestos a chantajear son los nacionalistas que gobiernan en sus respectivas comunidades autónomas. Gobernar en la región de uno permite administrar luego los dineros conseguidos. A eso aspiran PNV y BNG, que son los llamados a votar este año los presupuestos socialistas, tras ser convenientemente enmendados en favor de sus respectivas regiones. Los nacionalistas que, como CiU, no gobiernan en su región suelen ser reacios a cambiar su voto por beneficios que no administrarán. 

Sin embargo, este año, el portavoz del PSOE, José Antonio Alonso, ha cometido el error de no cerrar el acuerdo antes de que terminara el plazo de presentar las enmiendas a la totalidad. Habiendo el resto de partidos presentado ya las suyas, al PSOE no le cabe la posibilidad de cambiar de socio en el caso de que las exigencias de los nacionalistas vascos y gallegos resulten excesivas. Por eso, ambos chantajistas se han apresurado a aclarar que, si durante el fin de semana no alcanzan un acuerdo, el miércoles votarán en contra.

En realidad, los que tienen la sartén por el mango son sólo los vascos ya que, si los dos diputados de UPN se abstienen finalmente, el voto de los gallegos se hace irrelevante, pues ya no serían necesarios 176 votos, sino que bastarían 175, que es exactamente lo que suman los 169 socialistas y los 6 peneuvistas. Alonso sería un insensato si no tratara de asegurarse el voto de los dos diputados del BNG, ya que cualquier eventualidad (la indisposición de un diputado socialista o la indisciplina de uno de los dos diputados navarros, por ejemplo) podría dar lugar a que el Congreso devolviera los presupuestos al Gobierno. Pero, el caso es que los del BNG tendrán que moderar su codicia si quieren meterse algo en el zurrón.

Así que el PNV es el que manda. No sabemos qué pedirán. En el mejor de los casos, exigirán alguna clase de beneficio económico para el País Vasco en perjuicio del resto de España y en el peor, avanzar hacia la independencia.

El chantaje constituye un auténtico escándalo que ya no escandaliza a nadie de puro acostumbrados que estamos a soportarlo año tras año. Menos mal que Rosa Díez sigue denunciándolo, mientras los socialistas, porque se someten a él, y los populares, porque se han sometido y porque están dispuestos a someterse en el futuro, callan.

Siendo nuestro sistema político uno que permite que ocurran esta clase de cosas, ¿cómo puede sorprender que algunos diputados de las comunidades que, como Murcia, sufren la desgracia de no tener partidos nacionalistas, se enfrenten a sus cúpulas y no voten aquello que perjudica a su región?

Zapatero ha perdido la oportunidad que le brindaba la crisis económica de haber pactado con el PP los presupuestos generales y dejar, por una vez, a los partidos nacionalistas con un palmo de narices. Pero Zapatero no lo ha hecho y Rajoy no lo ha exigido. Si lo piensan, es milagroso que a estas alturas no nos hayamos hecho todos nacionalistas.

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