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Emilio Campmany

La ETA en las Cortes

Entre el orgullo de los magenta, la cicatería del Gobierno y la doblez de los socialistas, la ETA sigue saliéndose con la suya hasta en las Cortes.

Entre el orgullo de los magenta, la cicatería del Gobierno y la doblez de los socialistas, la ETA sigue saliéndose con la suya hasta en las Cortes.

Una de las concesiones que Zapatero hizo a la banda terrorista a cambio de que ésta tuviera el detalle de no matarnos es la de permitir que su brazo político pudiera participar en las elecciones. Luego, Amaiur, que bajo ese nombre se presentó la organización a las elecciones generales, logró suficiente respaldo como para poder formar grupo parlamentario. Y lo primero que hicieron los filoetarras fue empollarse a conciencia el reglamento del Congreso de los Diputados a fin de explotar las posibilidades que el mismo ofreciera. Una de ellas es la de vetar que se voten las enmiendas transaccionales. Así, se obliga al que presentó la propuesta y a quien propuso la enmienda, y que luego acordaron un texto intermedio, que no otra cosa es una transaccional, a tener que elegir entre el texto inicial y el de la enmienda, sin transacción que valga. Y eso es precisamente lo que han hecho con lo acordado por UPyD y PP a cuenta de la propuesta del partido de Rosa Díez dirigida a impedir que los etarras excarcelados encima cobren el subsidio previsto para los comunes expresidiarios que intentan reinsentarse en la sociedad.

Como la ETA ha conseguido que no pueda votarse lo transigido, Rosa Díez no ha querido aceptar la enmienda del PP y el PP no se ha avenido a votar tal cual la propuesta de UPyD, al final, el uno por el otro, quien se ha salido con la suya es la ETA. De este modo la banda ha evitado que se apruebe una norma que impida a sus terroristas excarcelados cobrar un subsidio que se nutre del dinero entre otros de sus víctimas.

¿Y el PSOE? El PSOE en este asunto se ha elevado a las más encumbradas alturas morales y ha esgrimido escrúpulos constitucionales. Esto lo hace el partido que se empeñó en tramitar y aprobar el estatuto de Cataluña, que para que fuera más inconstitucional de lo que era (y es) sólo podría serlo acordándose de toda la parentela de quienes la parieron. No sólo, sino que después de aprobar aquel bodrio presionó tanto como pudo a sus magistrados en el Constitucional, incluida la presidenta, para que apenas lo tocaran. Y, a pesar de apretar bien apretadas las tuercas a María Emilia Casas y demás progresistas, éstos no tuvieron más remedio que declarar la inconstitucionalidad de un buen número de artículos, dejando en vigor, no obstante, otros que son igualmente inconstitucionales. Pero, amigo, si se trata de que los etarras cobren los subsidios, a los socialistas les da el ataque de perlesía y hay que traer las sales, no vaya a ser que el intento de que no se rían más de nosotros vaya a estirar las costuras de algún artículo de la Constitución.

Entre el orgullo de los magenta, la cicatería del Gobierno y la doblez de los socialistas, la ETA sigue saliéndose con la suya hasta en las Cortes. Es que no hay día que no nos den motivo para pasarlo llorando por las esquinas.

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