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Emilio Campmany

La extrema derecha vence en Holanda

Sólo queda saber cuáles serán las consecuencias.

Este miércoles se celebran elecciones en Holanda. Aparentemente, lo que más importa es el resultado que obtendrá el Partido de la Libertad de Geert Wilders. Hasta finales de febrero las encuestas le daban ganador, pero el primer ministro Mark Rutte, líder del centro-derecha, está remontando gracias al endurecimiento de sus mensajes contra la inmigración y la Unión Europea. En este marco es en el que hay que entender el conflicto diplomático que el premier ha creado al prohibir viajar al ministro de Asuntos Exteriores turco a Holanda, donde tenía previsto participar en un mitin en Rotterdam a favor de la reforma constitucional turca que se someterá a referéndum el próximo 16 de abril. Menos educada ha sido la expulsión de la ministra turca de Familia y Asuntos Sociales, antes de que alcanzara como se proponía el consulado turco en aquella ciudad. Hay en todo el episodio una rudeza que se antoja innecesaria si no tuviera por objeto enviar el mensaje de que el actual Gobierno holandés, supuestamente moderado, se propone ser de aquí en adelante más duro con los musulmanes.

Con todo, Rutte no podrá evitar que el partido xenófobo de Wilders pase de los 12 escaños hasta probablemente los 20. Ni que su partido, aunque venza, pierda más de una decena y se vea obligado a formar una numerosa coalición para seguir gobernando. Si Rutte prosigue en su deriva para ganarse al electorado menos extremista de Wilders, el rubio de bote habrá logrado, aun perdiendo, que el Gobierno adopte las políticas que patrocina, siquiera con un aire más moderado.

Más allá de los problemas que para los derechos humanos de los inmigrantes en Holanda todo esto pueda tener, hay otras cuestiones. Durante toda la crisis, Holanda ha respaldado las políticas de austeridad impuestas por Alemania. Sin embargo, esta alianza está empezando a quebrarse. Entre otras cosas, porque Alemania no ha querido o no ha podido impedir que el Banco Central Europeo permita a los países del Sur seguir endedudándose. Se supone que esto disgusta a Alemania, pero la verdad es que es lo que está haciendo que el euro se mantenga relativamente bajo y facilite las exportaciones alemanas a pesar de la crisis. Eso puede hacer que el moderado Gobierno holandés acabe promoviendo la salida de Holanda de la Unión, que es lo que teme Europa que haga Wilders si vence.

Por otro lado están las relaciones con Turquía. Francia, Alemania y hasta ahora Holanda permitían a las autoridades turcas participar en actos políticos dirigidos a los emigrantes turcos. El incidente diplomático provocado por Holanda podría acabar dando lugar a una ruptura entre la Unión Europea y Ankara, mucho más cuando la Unión sigue sin eliminar el requisito del visado a los turcos que quieran viajar a su territorio y continúa congelando las negociaciones para el ingreso de Turquía en el club europeo. Si Erdogan rompe la baraja, la represalia podría ser volcar sobre las fronteras de la Unión los millones de refugiados sirios que malviven en su país. De alguna manera, la extrema derecha ya ha ganado en Holanda. Sólo falta saber las consecuencias.

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