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Emilio Campmany

La rebelión de los enanos

A Rubalcaba le cabe el mérito de haber reventado a su partido a base de intentar que fuera nacionalista en Cataluña, abertzale en el País Vasco, de izquierda radical los días impares y socialdemócrata los pares.

Uno de los aspectos más relevantes de estas elecciones es el gran retroceso que han tenido los dos grandes partidos mayoritarios si considerados en conjunto. Desde 1977, los dos han ido creciendo a costa de sus vecinos ideológicos de ámbito nacional. Al principio apenas llegaron al 60. En 2008, PSOE y PP sumaron más del 83 por ciento del voto. Esa tendencia se ha roto en esta ocasión y sólo han sido capaces de llegar al 73. Es verdad que se ha debido a la caída estrepitosa del PSOE, donde Rubalcaba ha roto su suelo del 35 y se ha hundido en la sima del 28 por ciento. Pero, el PP ha recogido relativamente pocos sufragios de socialistas en huida. En número de votos, repite los resultados de 2008. Y, en porcentaje, gracias a la abstención, mejora en poco menos de cinco puntos, frente a los quince que pierde el PSOE.

Así pues, el PP sigue siendo lo que fue. Está en la línea de lo que puede llamarse su techo natural. Lo relevante de estas elecciones es que buena parte de la izquierda, a pesar del enorme castigo que impone la regla D’ Hondt a los pequeños, ha preferido ir a otros lares. IU tendrá grupo parlamentario propio y UPyD ha obtenido un gran éxito, y eso significa que ambos tienen la oportunidad, si saben jugar sus cartas, de consolidarse, IU como el referente del votante de extrema izquierda, y UPyD como el partido socialdemócrata nacional que el PSOE pareció ser, pero que nunca fue.

A Rubalcaba le cabe el mérito de haber reventado a su partido a base de intentar que fuera nacionalista en Cataluña, abertzale en el País Vasco, de izquierda radical los días impares y socialdemócrata los pares. Y así no hay quien mantenga en pie el tenderete. Y, si ha de ser Rubalcaba el que lo haga, menos aún.

IU lo tiene relativamente fácil porque el radical de izquierdas ha dejado de reconocerse en nada que no sea ese disfraz rojiverde inventado por el PCE. Mucho más complicado lo tiene UPyD. Todos los partidos que en España han intentado ser bisagra, han fracasado. Fracasó la UCD derrotada en 1982 y fracasó asimismo el CDS. Fracasaron porque PSOE y PP tienden a vencerse hacia el centro, sin dejar apenas resquicio para matices que puedan diferenciar a un tercer partido de los dos grandes. Pero, sobre todo, fracasaron porque su punto de partida era liberal-conservador, y ahí el PP, a diferencia del PSOE, nunca ha abandonado el centro. Ahora UPyD va a intentar por primera vez que haya una bisagra de izquierdas. Creo que, para no ser finalmente engullido, tendrá que ser más ambicioso e irse directamente a por los votos de los socialdemócratas españoles que quieran seguir siendo eso, españoles. Y es lo que parece que está intentando. Si persevera, tiene la oportunidad de barrer al PSOE (como AP hizo con la UCD) y convertirse en ese gran partido socialdemócrata nacional que España necesita como el comer. Así sea.

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