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Emilio Campmany

Los rojos sí saben contar

Es sencillamente impresionante la levedad, la vacuidad, la insustancialidad de las declaraciones de los políticos desde que se celebraron las elecciones.

Es sencillamente impresionante la levedad, la vacuidad, la insustancialidad de las declaraciones de los políticos desde que se celebraron las elecciones. Al parecer, lo que separa a Sánchez de Iglesias y a Iglesias de Sánchez y que les impide llegar a un acuerdo es que, mientras el primero prefiere la vía del 199, el otro es partidario de la vía del 161. Cuando leí por primera vez la información, creí que ambos se referían a diferentes artículos de no sé qué ley que permitían diferentes modos de formar gobierno o suscribir una alianza. Al poco, la misma información me aclaró que los distintos guarismos hacían alusión a la distinta suma de diputados con los que contaría la clase de coalición preferida por cada uno de los dos negociadores. La noticia permite llegar a una conclusión muy tranquilizadora, que tanto Sánchez como Iglesias saben contar. No es poco, si se tiene en cuenta que el primero confunde el infinitivo con el imperativo y algunas cosas más (véase el hilarante reportaje de Juanma del Álamo) y el otro le cambia los títulos a los libros de Kant.

Tras obtener un aprobado holgado en matemáticas, ¿qué más nos ofrecen estos dos grandes líderes destinados a dirigir nuestros destinos en los próximos cuatro años? Nada. Bueno, nada, no. Iglesias ha ofrecido inmolarse en el altar de la democracia. Con una generosidad insólita ha renunciado a ser vicepresidente del Gobierno. Desde que Garzón en rueda de prensa se negó a ser defensor del pueblo por si a alguien se le ocurría ofrecerle tan atractivo cargo, no se recordaba un gesto de desprendimiento y desapego de los cargos tan elevado. Su generosidad corre el riesgo de ablandar incluso a Rivera y a su duro corazón, cincelado en piedra a golpe de capitalismo. Claro que en la formación nazarena puede haber quien se pregunte: ¿y para eso humillamos a Errejón y echamos a su amigo? ¿Para acabar bajándonos los pantalones como Íñigo con vehemencia defendía? Bueno, quizá no lo pregunte nadie. Allí saben que el problema no es cuál es la mejor estrategia. Lo que importa es quién la decide. Y a estas alturas Errejón ya sabe que eso le corresponde a Iglesias y no a él, y nada importa que la decisión finalmente adoptada sea la que él defendió. Lo crucial es que se note que quien la adopte sea el jefe.

Así que nada nuevo. Que a Sánchez le encantaría gobernar gracias a la colaboración de Ciudadanos con Podemos y viceversa y unos y otros se niegan a colaborar entre sí. Y eso ya lo sabíamos antes de que se reuniera el líder del PSOE con Iglesias. Lo único que han añadido a lo conocido es lo de las vías del 161 y del 199, un hallazgo insulso y confuso con el que describir sus diferencias. Como esto dure mucho más, nos vamos a morir de aburrimiento.

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