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Emilio Campmany

Tutelas y tutías

Este último congreso nos vuelve a ofrecer a un PSOE con secretario general tutelado, pero en versión 2.0.

Este último congreso nos vuelve a ofrecer a un PSOE con secretario general tutelado, pero en versión 2.0.

En aquel congreso en el que Fraga encumbró a Aznar, el viejo político gallego rompió en mil pedazos la carta de dimisión sin fecha que le acababa de dar el nuevo presidente al grito de: "¡Porque [en este partido] no hay tutelas ni tutías!". No sé si Fraga quiso tutelar a Aznar. Sí sé que no lo hizo. Y está claro que la incompetencia de Rajoy es suya propia y no de ningún tutor. Lo de las tutelas parece ser más bien cosa del PSOE. Felipe González, por ejemplo, quiso tutelar a su sucesor, elegido por su abierta disposición a ser tutelado. No obstante, la mayoría absoluta del PP en 2000 barrió del mapa al infeliz.

Este último congreso nos vuelve a ofrecer a un PSOE con secretario general tutelado, pero en versión 2.0. No será ya el anterior secretario general quien tutele al nuevo, sino que lo hará la baronesa de Andalucía. Lo demuestra la gran cantidad de militantes de aquella región que Pedro Sánchez ha tolerado en su Ejecutiva. Ahora, lo malo de estar tutelado es que es imposible saber todo lo que piensa de todo el tutor, entre otras cosas porque muchas veces éste todavía no ha decidido qué pensar sobre tal o cuál asunto. De manera que es fácil que, cuando el tutelado opine, meta la pata por no acertar a decir lo que el tutor quiere. En tales casos, el pobre pupilo queda desairado y se ve obligado a confesar que se equivocó y que en realidad no pensaba lo que dijo. A pesar de estar recién llegado, esto ya le ha pasado a Sánchez con el tema de la consulta soberanista en Cataluña. Para evitar que vuelva a ocurrir, el tutelado tiene que montar discursos vacíos y expresar cuántas menos opiniones concretas, mejor.

Por eso el discurso de Sánchez ha estado más vacío de contenido de lo que lo suelen estar los de los políticos, que ya se sabe que no son de mojarse. Así, al reivindicar el pasado del PSOE, incluyendo la etapa de Zapatero, nada ha dicho de los aspectos concretos de la gobernación pasada que le parecen especialmente reivindicables. Podría haberse referido a cómo el PSOE se cargó la separación de poderes o cómo generalizó la corrupción. Pero también podría haberlo hecho a la fractura de España o a las concesiones hechas a la ETA y explicar luego por qué todo eso ha sido tan bueno para España. Y, sin embargo, ha preferido no poner ningún ejemplo. También hay mucha vaciedad en lo que ya es un clásico de Sánchez, propugnar una reforma constitucional de la que sólo dice que será para que España sea federal, cuando España de hecho ya es federal, aunque no lo diga expresamente la Constitución.

Así que en el PSOE de Pedro Sánchez claro que hay tutelas. Y ya veremos si no hay también tutías.

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