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Emilio Campmany

Zapatero gallardonita

Cada vez está más claro que lo que trata de hacer el PSOE de Zapatero es imponernos a todos un cambio de régimen, de sistema. Y para ello necesita no tanto aniquilar al PP como domesticarlo.

Hay que fastidiarse. Llevamos todo este quinquenio zapaterino viendo como las Comunidades Autónomas gobernadas por el PSOE y los nacionalistas se ciscan una y otra vez en la Constitución sin que el Consejo de Ministros diga ni pío. Y va, viene y llega la de Madrid, cambia la ley por la que se rige su caja por ver si hay modo de acabar con lo vitalicio de la magistratura de Miguel Blesa y a nuestro Gobierno le da el sofoco constitucionalista y el prurito leguleyo y decide recurrir al Tribunal Constitucional la dichosa reforma. La cosa tiene guasa.

El debate jurídico carece de interés. Es posible, e incluso probable, que la Ley de la Comunidad sea inconstitucional. Si el Consejo de Estado así lo dice, no seré yo quien me atreva a enmendarle la plana. La cuestión es que, antes que la Ley de Cajas de la Comunidad de Madrid, hay un sinfín de leyes de las comunidades autónomas, las que regulan por ejemplo el uso de la lengua, que son groseramente inconstitucionales y al Gobierno, plin. No sólo, sino que la Comunidad Autónoma de Cataluña aprobó una reforma de su Estatuto abiertamente inconstitucional y el Gobierno, no sólo pasó por ella, sino que la bendijo.

¿Qué virtud poseerá la Ley de Cajas para haber estimulado hasta este punto el adormilado espíritu constitucionalista del Gobierno de Zapatero? La pregunta tiene su aquel porque la ley fue apoyada por el PSOE madrileño, debido a que otorgaría a sus ayuntamientos mayor representación en el gobierno de la caja. ¿Entonces? La reforma tiene por objeto disminuir la excesiva influencia del Ayuntamiento de Madrid en la caja. Si Rajoy cae, tener el control de la entidad puede ser determinante para inclinar la victoria del lado de quien lo tenga. Caja Madrid es un monstruo con una amplísima capacidad crediticia con la que hacer muchos favores a los candidatos del PP en futuras elecciones municipales y autonómicas en toda España. Por eso, puede pronosticarse que, en caso de guerra entre Aguirre y Gallardón, quien de los dos controle Caja Madrid tendrá el apoyo mayoritario de los barones regionales.

Bueno ¿y qué pinta Zapatero en todo esto? ¿Qué interés puede tener el presidente del Gobierno en que, en una futura lucha por el liderato del PP, sea Gallardón en vez de Aguirre quien cuente con la ventaja de controlar Caja Madrid? ¿No habíamos quedado que el PSOE temía más a Gallardón, con su aureola progre, que a Esperanza Aguirre, que se reconoce liberal y de derechas y que encima es marquesa?

Cada vez está más claro que lo que trata de hacer el PSOE de Zapatero es imponernos a todos un cambio de régimen, de sistema. Será uno en el que todos seremos más iguales. Pero, como diría Orwell, unos serán más iguales que otros. Para ese cambio, Zapatero necesita, no tanto aniquilar al PP, como domesticarlo para que no se resista al cambio y poder aparentar que no está teniendo lugar. Por eso, hay que apoyar a Gallardón frente a Aguirre. Porque Gallardón es, de los que pueden llegar a dirigir el PP, quien más garantías ofrece de integrar a la derecha en el nuevo régimen. ¿Más que Rajoy?

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