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Emilio J. González

A favor del crecimiento

En algún momento, sin embargo, había que empezar a corregir esa situación y ese momento ha llegado ya porque, en contra de lo que piensan los críticos del BCE, unos tipos anormalmente bajos, aunque puedan estimular el crecimiento económico

La subida de 0,25 puntos que acaba de llevar a cabo el Banco Central Europeo (BCE) en los tipos de interés, para situarlos en el 2,25%, ha suscitado muchas críticas respecto a los perjuicios que esta decisión puede acarrear para la incipiente recuperación de la economía de la Unión Europea. Pero, en contra de lo que piensan los detractores de este ligero endurecimiento de la política monetaria, muchos de los cuales siguen anclados en el pensamiento económico de Keynes, cuya aplicación causó tantos problemas a la economía europea en la segunda mitad del siglo XX, el alza del precio del dinero va a tener efectos positivos sobre el crecimiento económico.
 
Los tipos de interés en la Unión Europea se encontraban, y se encuentran, en un nivel anormalmente bajo por causas ajenas a la evolución de la economía y la inflación. Desde 2001, el BCE, al igual que la Reserva Federal estadounidense, se vio obligado a recortar los tipos para evitar que los acontecimientos internacionales que han tenido lugar en estos primeros años del siglo XXI desencadenaran una crisis económica y financiera grave y profunda. Así, el Banco Central Europeo tuvo que reducir el precio del dinero para evitar que los atentados del 11-S alcanzasen al sistema financiero y la economía de la zona del euro, lo mismo que la guerra de Iraq en 2003. A todo ello se une el riesgo que ha habido en los pasados años de que, en lugar de inflación, se experimentase un proceso de deflación, esto es, de bajada de precios, que es todavía más peligroso que su subida. De esta forma, las autoridades monetarias europeas respondieron a los acontecimientos internacionales con el necesario incremento del dinero en circulación que resultaba del todo punto necesario para evitar males mucho mayores.
 
En algún momento, sin embargo, había que empezar a corregir esa situación y ese momento ha llegado ya porque, en contra de lo que piensan los críticos del BCE, unos tipos anormalmente bajos, aunque puedan estimular el crecimiento económico a corto plazo, pueden desencadenar una seria crisis a medio plazo, ya que el dinero barato es el caldo de cultivo idóneo para el desarrollo de las burbujas financieras, como se vio en la burbuja bursátil de las tecnológicas de finales de la pasada década, cuyo estallido provocó una recesión en Estados Unidos y cortó de raíz la reactivación de la economía europea. Y, en la actualidad, buena parte de la burbuja inmobiliaria que se vive en toda la zona del euro, con su expresión más grave, extrema y radical en España, encuentra sus orígenes en ese dinero exageradamente barato. En consecuencia, el cambio de sentido en la política monetaria del Banco Central Europeo responde a la necesidad de evitar que se repitan los acontecimientos del último decenio y, de esta forma, juega a favor del crecimiento económico.
 
Junto a ello, hay una segunda razón, más relacionada con las razones económicas. De entrada conviene dejar claro que una subida de un cuarto de punto apenas afecta a la actividad productiva y a la financiación de las empresas. El impacto, desde luego, se va a notar sobre todo en el consumo de las familias. En España, por ejemplo, el alza de tipos supondrá que los españoles tengan que pagar por su hipoteca 29 euros más al menos por término medio. Y ese dinero muy  probablemente saldrá de las cantidades que se dedican a otros gastos. Pero el efecto sobre el consumo total de los hogares y, en consecuencia, del crecimiento económico, es pequeño. En cambio, es mucho más importante el que puede tener sobre la factura energética de la Unión Europea.
 
Hasta ahora, la subida del precio del petróleo no ha dañado mucho las perspectivas de crecimiento económico de la zona del euro, que se han revisado al alza en el último mes. Sin embargo, desde que a principios de este ejercicio la Reserva Federal empezó a subir los tipos de interés, el tipo de cambio del dólar frente al euro también comenzó a incrementarse porque los inversores internacionales empezaron a mirar hacia Estados Unidos, donde, gracias a unos tipos al alza, podían obtener una rentabilidad mayor por su dinero que en la UE. Esa tendencia se agudizó a medida que la Fed aprobaba nuevas subidas de tipos, fortaleciendo más y más el dólar y provocando en la zona del euro un encarecimiento del petróleo mucho mayor que el derivado de su cotización internacional porque el crudo se paga en dólares. El BCE, de esta forma, se veía obligado a hacer algo para detener, o moderar, la apreciación del billete verde frente a la moneda única, con el fin de evitar que el aumento de la factura energética pueda ocasionar unos problemas con el crecimiento económico que hasta ahora no ha creado. A esto responde la subida de tipos que el Banco ha llevado a cabo esta semana, a proteger el crecimiento económico, por mucho que les cueste comprenderlo a los detractores del BCE.

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