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Emilio J. González

Alegría en la Bolsa

Por todo lo anterior, el comportamiento de las Bolsas está siendo tan bueno y sorprendente este año. Eso no quita para que ahora, con motivo de las vacaciones de verano, pueda bajar algo. Pero los analistas ya están revisando sus previsiones

El petróleo se encuentra en máximos históricos, la economía de la Unión Europea se desacelera día a día y sigue sin encontrar el camino de la recuperación, la credibilidad del proyecto de construcción europea se hunde por momentos, el 7 de junio se produjo un nuevo y sangriento atentado de Al-Qaeda, esta vez en Londres, y, sin embargo, la Bolsa no para de subir y, además, con fuerza. Y, por si fuera poco, a estas alturas de año se han superado con creces las previsiones de revalorización del mercado de valores para el conjunto del ejercicio, cifradas en una subida de entre el 5% y el 10%, para acumular una ganancia de alrededor del 12%. ¿Qué es lo que pasa? ¿Estamos en una nueva burbuja, en un nuevo episodio de irracionalidad del mercado? No precisamente. Lo que está ocurriendo con las acciones viene avalado por una lógica económica incuestionable que confiere solidez a la actual fase alcista de las cotizaciones.
 
Si la Bolsa sube con la fuerza con la que lo está haciendo se debe, en primer lugar, a que, hoy por hoy, apenas existe otro sitio en el que los inversores puedan colocar su dinero. La deuda pública es un refugio para tiempos de crisis pero no una alternativa de inversión porque los tipos de interés están por los suelos. El bono del Tesoro a diez años, por ejemplo, ofrece actualmente una rentabilidad de alrededor del 3,5%; si se tiene en cuenta que la inflación va a concluir 2005 en el 3%, más o menos, invertir en deuda del Estado significa nada más que proteger el dinero de la pérdida de valor adquisitivo que ocasiona el incremento de los precios de consumo y punto. Por su parte, la vivienda también está dejando de ser una opción desde el momento en que la revalorización de la Bolsa es superior a la de los pisos. Además, aunque las estadísticas todavía no lo reflejan porque los precios que toman son los iniciales que ofrecen los promotores, la realidad en ciudades como Madrid es que los precios de las casas empiezan a bajar, ya tarda más tiempo en venderse un piso y los promotores inmobiliarios se ven obligados a negociar los precios y a recuperar el piso piloto porque ya no se invierte en ladrillo con tanta alegría como antes.
 
El dólar también juega un papel positivo para la Bolsa española. La mayor parte de las empresas y bancos que cotizan en ella tienen fuertes intereses en Latinoamérica, que pesan mucho en su cuenta de resultados. En los últimos años, Latinoamérica, cuyas monedas se encuentran muy influidas por el dólar, ha rebajado los beneficios de las empresas españolas debido a la fortaleza del euro frente a la divisa estadounidense. Pero, ahora, el movimiento es el contrario. Ya empezó a verse en los resultados empresariales del primer trimestre pero se apreciará con más claridad en los del segundo, que han comenzado a darse a conocer este mes. Y esto también tira hacia arriba de las cotizaciones.
 
Luego hay que tener en cuenta la coyuntura internacional. Es verdad que la economía europea está para pocas alegrías; sin embargo, en Estados Unidos, la principal y más importante locomotora de la actividad productiva mundial, las cosas son muy distintas. El temido déficit público está corrigiéndose más allá de lo previsto por el Gobierno norteamericano para este año, la inflación permanece bajo control, pese al fuerte incremento de los precios del petróleo, el paro sigue bajando de forma paulatina y el conjunto de la economía muestra cada vez más signos de una recuperación sólida, todo lo cual impulsa a Wall Street al alza y, a través de ella, a las Bolsas europeas. En cuanto a China, cuyo peso específico en la economía mundial es cada vez mayor, la desaceleración del crecimiento es mucho menos pronunciada de lo que se esperaba y lo que se temía. Este hecho también tira hacia arriba de los principales mercados de valores. Y si a ello se suma que la subida del dólar favorece las exportaciones de la Unión Europea y, por tanto, estimula las esperanzas de que en 2005 se inicie la tan esperada como deseada reactivación del crecimiento económico, el cuadro, por el lado de la coyuntura, está completo.
 
Los atentados del 7-J en Londres, en un primer momento, metieron el miedo en el cuerpo a los inversores, que recibieron la noticia con fuertes caídas de las cotizaciones. Pero el susto duró tan sólo unas pocas horas porque ese mismo día las Bolsas empezaron a recuperarse y, desde entonces, no han parado de subir. La posibilidad, nada descartable, de que se repitan en el futuro estos dramáticos acontecimientos sigue preocupando a los inversores, pero ahora se toman las cosas con más calma, una vez que, por desgracia, van teniendo la experiencia de que las explosiones causan muchas víctimas y un profundo desasosiego en la sociedad que las padece, pero no afecta de manera importante a la marcha de la economía. Es decir, todo queda en el susto.
 
Por todo lo anterior, el comportamiento de las Bolsas está siendo tan bueno y sorprendente este año. Eso no quita para que ahora, con motivo de las vacaciones de verano, pueda bajar algo. Pero los analistas ya están revisando sus previsiones y empiezan a hablar de un cierre de ejercicio con el Ibex 35 por encima de los 10.200 puntos. Ténganlo en cuenta.

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