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Emilio J. González

Corbacho el demagogo

El crédito al sector público creció un 33% en la primera mitad del año, mientras que los préstamos a empresas y familias sólo lo hicieron el 0,6%. Los excesos de Zapatero se están comiendo el dinero que se necesita para superar la crisis y crear empleo.

Puestos a hacer demagogia para eludir responsabilidades, este Gobierno se las apaña como nadie. En medio del aluvión de críticas que le está lloviendo al Ejecutivo de Zapatero por su negativa a tomar las decisiones que se necesitan para dejar atrás la crisis económica y detener la sangría del empleo; en medio de datos económicos adversos, que no resisten la comparación con los de otros países de la Unión Europea que ya empiezan a vislumbrar el final del largo y oscuro túnel, aunque sea a lo lejos, el Gabinete ha decidido acudir a la más burda demagogia para sacarse de encima sus responsabilidades. Que el déficit público se ha disparado como consecuencia de la forma en que Zapatero ha derrochado el dinero de todos para pagar sus ocurrencias, pues Blanco se sube a la palestra y dice que se van a subir los impuestos a los ricos para financiar políticas sociales. Que no hay más remedio que empezar a admitir, de una vez por todas, que las cosas están muy mal –como hizo el vicepresidente tercero, Manuel Chaves, la semana pasada cuando advirtió que aún quedan por delante meses duros en materia laboral– pues aparece Corbacho y suelta eso de que la culpa de la burbuja inmobiliaria, y por tanto de la crisis, es de los banqueros y su avaricia, y se queda tan ancho. Los mensajes, por supuesto, están muy bien calculados para llegar al corazón de esa parte de la sociedad que sigue pensando en términos de lucha de clases cuyo voto busca Zapatero con ahínco. Sin embargo, en el caso de la burbuja inmobiliaria el Gobierno tiene tanta o más culpa que los banqueros.

Es verdad que la burbuja se formó porque bancos y cajas de ahorros concedían préstamos por doquier, que llegaban a suponer hasta el 120% del valor real de la hipoteca, y a tipos de interés muy bajos. Pero es que para que exista una burbuja tiene que haber tipos de interés bajos que pongan en circulación mucho dinero para crearla y alimentarla. Y esos tipos los fija el BCE, no los bancos y cajas. Además, aquí quien realmente han sido imprudentes con los préstamos relacionados con la vivienda han sido, sobre todo, las cajas de ahorros, las cuales están controladas por los políticos. Son ellas las que han alimentando la burbuja, huyendo de cualquier criterio de prudencia o racionalidad en la administración de los ahorros que se les confiaron y así ahora muchas de ellas están como están. ¿O es que Corbacho no quiere ver lo que han hecho sus correligionarios socialistas, como Juan Pedro Hernández Moltó con Caja Castilla-La Mancha, o Narcís Serra con Caixa Catalunya? ¿Qué les movió? ¿La avaricia o las directrices políticas? Porque las cajas no tienen accionistas ni reparten dividendos, con lo cual el argumento de la codicia se viene abajo salvo que estemos hablando de entregas de dinero bajo cuerda, en cuyo caso se trata de corrupción.

Al Gobierno ahora parece importarle mucho todo esto, pero lo cierto es que él sabía lo que pasaba y lo consintió. El Banco de España, a través de sus inspecciones, conocía la situación e informaba al Ejecutivo. Sin embargo, el Gabinete dejaba hacer porque le convenía mucho a Zapatero, en términos políticos, que la economía creciera con fuerza y creara empleos a mansalva con el fin de utilizar esas cifras para avalar una gestión económica que brillaba por su ausencia. Recuerdo que en 2004, antes de las elecciones generales, e incluso algunas semanas después, Miguel Sebastián, por entonces asesor áulico de ZP en materia de economía, decía que había que suprimir la desgravación por vivienda en el IRPF con el fin de frenar la escalada de sus precios. No obstante, cuando llegó la hora de la verdad el Gobierno no hizo nada para evitarlo y trató de maquillar su dejadez con la creación de ese artificio llamado Ministerio de Vivienda, que no es más que una operación de marketing.

Así es que las entidades financieras, que se endeudaron hasta las cejas en el exterior aprovechando los bajos tipos de interés para conceder préstamos hipotecarios masivos en España, tienen su cuota de responsabilidad. Pero el Gobierno también tiene su parte de culpa. Corbacho lo sabe. Entonces, ¿por qué dice lo que dice? En parte porque al Ejecutivo le conviene buscar cabezas de turco apelando a determinados sentimientos de un sector concreto de la sociedad, en parte también como medida de presión para que las entidades crediticias le sigan financiando las ingentes cantidades de deuda pública que está emitiendo, lo cual está restringiendo drásticamente ese crédito al sector privado que tanto se necesita para acometer la recuperación. De hecho, el crédito al sector público creció un 33% en la primera mitad del año, mientras que los préstamos a empresas y familias sólo lo hicieron el 0,6%. Dicho de otra forma, los excesos de Zapatero se están comiendo el dinero que se necesita en el sector privado para superar la crisis y crear empleo. Así vamos a tener crisis para largo, pero como ZP no quiere admitir sus errores y rectificar, pues se culpa de los problemas a los banqueros y su codicia... y todo resuelto. Lo malo es que con demagogia no se superan los problemas, ni los económicos ni los electorales, porque muchos españoles no son tan ingenuos o sectarios como Zapatero se cree.

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