Menú
Emilio J. González

¿Dice Sevilla lo que piensa Solbes?

Con la salida de Solbes, Zapatero ya tiene lo que anhelaba: la dirección de la economía para hacer y deshacer a sus anchas, sin dar cuentas a nadie y sin que nadie se las pida. Pero también empieza a quedarse solo, más solo que nunca.

El ataque que el ex ministro de Administraciones Públicas y antiguo mentor económico de Zapatero, Jordi Sevilla, acaba de realizar al Gobierno por sus criticas hacia Mafo y Aznar constituyen todo un ejemplo de las tensiones internas que está ocasionando la política económica de ZP dentro de la familia socialista.

Sevilla ha salido en defensa del gobernador del Banco de España, quien recientemente advirtió del peligro que se cierne sobre el sistema público de pensiones si el Ejecutivo sigue endeudando a España hasta las cejas y si no se hace nada para frenar el grave deterioro del empleo, ese elemento tan fundamental para generar ingresos para la Seguridad Social. Además, también ha abogado por permitir que el ex presidente, José María Aznar, pida una reforma laboral teniendo en cuenta que en España se destruyen cada día miles de puestos de trabajo. Hasta ahora, ningún socialista se había manifestado tan abiertamente a favor de las reformas que necesita la economía española y tan en contra de los postulados del Gobierno de no llevarlas a cabo y seguir resolviendo todo a golpe de chequera mientras pueda encontrar dinero con que financiar las ocurrencias de ZP.

Si este hecho es ya de por sí llamativo, mucho más lo es que provenga de un hombre de la máxima confianza de Pedro Solbes. No hay que olvidar que Sevilla fue jefe de Gabinete de Solbes cuando éste ocupó la cartera de Economía en la última legislatura de Felipe González en el poder, así como que fue el vicepresidente económico quien abogó por Sevilla para que Zapatero lo hiciera ministro en su primer Gobierno. Jordi Sevilla, por lo tanto, es un hombre del ya ex vicepresidente económico, aunque también estuvo en su momento muy próximo a Zapatero, lo mismo que el ex ministro de Trabajo Jesús Caldera. Ambos, sin embargo, fueron sacrificados como cabezas de turco de los errores de ZP: Caldera a causa de la polémica regularización de inmigrantes y Sevilla como consecuencia del desbarajuste territorial que ha ocasionado Zapatero con las reformas de los estatutos autonómicos.

Sevilla, sin embargo, no se mueve por rencores ni venganzas. Es un hombre honrado y una buena persona que tiene la virtud de decir lo que piensa. Ahora acaba de hacerlo y, al salir en defensa de Mafo y Aznar, en buena medida, y de manera muy elegante, ha puesto en cuestión los planteamientos económicos de Zapatero. Sevilla, por supuesto, habla por sí mismo, pero tiene una gran identidad de pensamiento con Solbes. Además, no es casual que tanto Mafo como el ex ministro de Administraciones Públicas se pronuncien como lo están haciendo una vez que Solbes está fuera del Gobierno. Un Solbes que no ha terminado en muy buenas relaciones con un Zapatero que, lejos de escuchar las advertencias sensatas acerca de la contención del gasto público y de la necesidad de acometer reformas, se dedicó sistemáticamente a desautorizarle y a hacer lo que ha querido, no sólo en el campo presupuestario, sino en otros como las opas sobre Endesa. De la misma forma que no es casualidad tampoco que estas declaraciones se produzcan tras el anuncio del secretario de Estado de Economía, David Vegara, de abandonar su cargo una vez que conoció que la sustituta de Solbes era Elena Salgado.

¿Qué hay detrás de todo esto? Pues ni mas ni menos que una profunda discrepancia entre Solbes y los suyos con Zapatero y su equipo acerca de lo que es y lo que debe ser la política económica para salir de la crisis. Esa discrepancia acabó costándole a Solbes el puesto, con lo que el presidente del Gobierno se quitó de en medio a quien, lejos de aplaudirle sus ocurrencias y jalearle en sus iniciativas sin sentido, se constituyó en un muro para tratar de evitar males mayores. Ahora, libres de las limitaciones que les imponía su presencia en el Consejo de Ministros, la gente de Solbes está empezando a hablar alto y claro no sólo acerca de los males de la economía española, sino de cómo los desatinos y ocurrencias de Zapatero pueden agravarlos aún más si cabe, por difícil que resulte de creer.

Con la salida de Solbes, Zapatero ya tiene lo que anhelaba: la dirección de la economía para hacer y deshacer a sus anchas, sin dar cuentas a nadie y sin que nadie se las pida. Pero también empieza a quedarse solo, más solo que nunca, como demuestra que las críticas le llueven incluso desde la familia socialista.

En Libre Mercado

    0
    comentarios