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Emilio J. González

¿Dónde está el Banco de España?

Mafo debería explicar que la primera misión de la banca es garantizar que el dinero depositado en ella, ése con el que se conceden créditos, va a ser devuelto a los ahorradores porque no se va a perder en operaciones temerarias ni en préstamos subprime.

A lo largo de la semana estamos asistiendo a un duelo dialéctico entre el Gobierno y la banca, con el Ejecutivo intentando forzar a los bancos a conceder créditos poco menos que sin mirar a quien se los dan y pretendiendo utilizarlos como chivo expiatorio de la crisis, de modo que Zapatero y los suyos puedan escapar de su enorme responsabilidad en todo cuanto está sucediendo con nuestra economía. Las entidades se han defendido como pueden, insistiendo una y otra vez en que si no conceden más préstamos es porque la demanda solvente de créditos está cayendo como consecuencia de la crisis. La situación, desde luego, no es para tomársela a la ligera porque el Ejecutivo, con su actitud, lo único que está haciendo es incrementar la desconfianza sobre la economía española, especialmente si los mercados interpretan que Zapatero puede acabar saliéndose con la suya y llevándose de por medio el bastión más fuerte con que contamos en estos momentos. En todo este duelo dialéctico, la banca está como Gary Cooper, sola ante el peligro, cuando no debería ser así.

En nuestro país, como todos saben, existe un supervisor del sistema bancario, el Banco de España, que ha sido alabado en todo el mundo porque sus actuaciones y decisiones han impedido que la banca patria salte por los aires como la estadounidense o la británica, a pesar de las serias dificultades por las que están atravesando una serie de cajas de ahorros pequeñas y medianas a raíz del estallido de la burbuja inmobiliaria y de la sequía de crédito asociada con la crisis financiera internacional. Pues bien, dado que la misión de la institución que preside Miguel Ángel Fernández Ordóñez (Mafo) es, precisamente, velar por que la banca no vaya al desastre, debería tomar cartas en todo este asunto.

Mafo, por ejemplo, podría explicar a todo el mundo, y en voz alta, que el Banco de España está urgiendo a la banca a ser muy prudentes a la hora de conceder créditos, teniendo en cuenta como está el patio y como se va a poner; que les insiste también, y más que nunca en reforzar su base de capital y la liquidez con la que cuentan para poder afrontar la que va a caer con el incremento tan fuerte que está experimentando la morosidad y el que todavía le queda por vivir (lo cual implica restringir los préstamos que conceden para evitar correr riesgos innecesarios y que se deteriore su base de capital). Así, muchos comprenderían que la banca, si en estos momentos fuera cicatera, tendría justificada su actitud porque en buena medida se la está imponiendo el supervisor.

Además, Mafo puede hacer una segunda cosa. Si hay alguien en nuestro país que sepa de verdad cómo está evolucionando el crédito y la demanda del mismo es precisamente el Banco de España. Por ello, debería salir en apoyo de la banca dando a conocer las cifras que maneja, que cargan de razón a los bancos cuando protestan por las presiones a las que les está sometiendo el Gobierno.

Por último, Mafo, a quien le gusta tanto impartir lecciones, debería explicar en voz alta, tanto al Gobierno como a la sociedad, que la primera misión de la banca es garantizar que el dinero depositado en ella, ése con el que se conceden créditos, va a ser devuelto a los ahorradores porque no se va a perder en operaciones temerarias ni en préstamos subprime. Igualmente, debe explicar que en contra de la imagen de la banca que pretende ofrecer el Gobierno, los beneficios que obtienen no se van a los bolsillos del señor Botín o de FG, sino que van a parar a los millones de ciudadanos que son accionistas del Santander, del BBVA y demás bancos, bien directamente, bien a través de fondos de inversión o de planes de pensiones; que ése es su ahorro para financiar su jubilación, la compra de una vivienda, el pago de los estudios de los hijos... Vamos, que los beneficios de la banca, en última instancia, se distribuyen entre amplias capas de la sociedad y que, por todo lo anterior, no se puede estar jugando al pim-pam-pum con ella. Esto es lo que tendría que hacer Mafo. La cuestión es por qué el Banco de España guarda silencio.

Es cierto que, en materia de supervisión, el Banco de España está sometido a las directrices del Gobierno a través del Ministerio de Economía. Pero también lo es que Zapatero no puede cesar a Mafo si éste decide llevarle la contraria al presidente del Gobierno, porque la Ley de Autonomía del Banco de España lo protege. Es más, si dijéramos que Mafo quiere llevarse bien con ZP con vistas a su posible reelección, podríamos entender su actitud. Sin embargo, de acuerdo con esa misma ley, el mandato de Mafo es por seis años sin posibilidad de reelección. Así es que, objetivamente, el gobernador del Banco de España no tiene por qué preocuparse si habla de la realidad de la banca y los créditos. Por ello resulta más que sorprendente que, a estas alturas, y con lo que está sucediendo, guarde silencio. Otro en su lugar ya hubiera tratado de poner las cosas en su sitio. ¿Por qué esta actitud?

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