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Emilio J. González

El falso rescate de Grecia

De lo que se trataba era de no dar a Zapatero esperanza alguna de que otros le iban a sacar las castañas del fuego, por supuesto con cargo al bolsillo de los contribuyentes alemanes y franceses.

A cualquier observador de los acontecimientos económicos europeos le sorprenderá, sin lugar a dudas, que Alemania y Francia estén diciendo ahora Diego donde antes decían digo. Es decir, que los dos grandes países de la zona euro de repente parezcan dispuestos a salvar a Grecia cuando tan sólo hace unas semanas habían manifestado su negativa más rotunda a intervenir a favor de ningún país miembro del euro que tuviera problemas de solvencia. Tampoco le pasará desapercibida la ambigüedad calculada y la falta de compromisos explícitos y concretos con que han realizado Merkel y Sarkozy el anuncio de respaldo a la economía griega. Pero hay una razón para ello, en la cual, por supuesto, tiene que ver Zapatero aunque como siempre no para bien.

Lo que en realidad van a hacer Francia y Alemania no es echar un salvavidas a Grecia, sino a los propios bancos germanos y galos con activos en peligro a causa de la crisis helénica. BNP Paribas calcula que la banca francesa tiene comprometidos 75.000 millones de dólares, mientras que la suma para la alemana asciende a 43.200 millones, lo que supone un total de 118.200 millones de dólares, casi 90.000 millones de euros. Esto es, en realidad, lo que hay detrás del anuncio realizado recientemente por los dos países que no quieren asistir a una reedición de la crisis financiera internacional a causa de Grecia, después de haber enterrado miles de millones de euros en evitar el colapso de sus respectivos sistemas financieros. Y es que, al final, lo del país heleno puede ser que llueva sobre mojado. Los bancos franceses y alemanes todavía no se han recuperado plenamente de las consecuencias para ellos de la crisis ‘subprime’. Además, algunas de esas entidades, por ejemplo, la francesa Credit Agricole, sufren problemas particulares. En consecuencia, una suspensión de pagos por parte de Grecia pondría a estas entidades nuevamente contra las cuerdas, lo cual no sólo devolvería a Francia y Alemania al difícil terreno de la crisis económica sino que, tal y como han venido actuando ambos gobiernos desde 2007, y de acuerdo con su lógica de actuación, les obligaría a volver a intervenir para mantener con vida a sus respectivos sistemas bancarios en unos momentos en los que apenas tienen recursos para financiar nuevas operaciones de salvamento, ya que en ambos Estados es impensable que se deje actuar al mercado, forzando a quebrar a quienes tengan que hacerlo, que sería lo lógico. Con lo cual, ya estamos otra vez en las mismas, aunque no quieran reconocerlo.

¿Cuál es el problema? Que si se anuncia un rescate formal de Grecia, se sentaría un precedente para situaciones futuras del mismo estilo, aunque posiblemente aún más complejas, como la de España, y se generaría en los mercados la expectativa de que, al final, los grandes del euro van a acudir en socorro de aquellos otros Estados miembros con dificultades de solvencia. Una expectativa que, de no satisfacerse, podría minar la confianza de los inversores en la propia moneda única europea, que es lo que Alemania no quiere que suceda en ningún caso y bajo ningún concepto. De ahí la ambigüedad y falta de concreción en la declaración de apoyo a Grecia. Ni Merkel ni Sarkozy quieren que la misma se tome como norma, sino como excepción, porque no quieren saber nada de lo que pueda suceder con España si el Gobierno de ZP no cumple con la palabra dada esta misma semana a los mercados, en Londres y en París. Vamos, que lo que quieren decir es que cada palo aguante su vela, que bastante tienen ya ellos con sus propios problemas y vicisitudes, y que cada cual se las apañe como pueda.

Por esta razón, en gran medida, no invitaron a Zapatero a la reunión en la que los dos líderes europeos decidieron respaldar a Grecia, pese a que ZP ocupa en estos momentos la presidencia de turno de la UE. Más allá de los desencuentros personales del inquilino de La Moncloa con la canciller alemana y el presidente francés, que también cuentan, de lo que se trataba era de no dar a Zapatero esperanza alguna de que otros le iban a sacar las castañas del fuego, por supuesto con cargo al bolsillo de los contribuyentes alemanes y franceses, además de la poca consideración que le tienen como presidente de la UE, después de lo que ha sido su debut en el cargo y de las críticas internacionales que viene cosechando desde el pasado 1 de enero. A ZP ya lo conocen de sobra y saben que si le dan la mano, se toma el brazo, como saben también perfectamente que el problema español, en buena medida, lo ha creado él solito y que si no está ya en vías de solución es porque nuestro presidente jamás ha mostrado la menor voluntad política de hacer lo que hay que hacer para arreglar nuestra más que maltrecha economía, sino todo lo contrario.

En resumen, no es de extrañar que Alemania y Francia vayan a actuar con Grecia como ya han empezado a hacer, por muy de acuerdo o no que podamos estar con su proceder y sus razones. Porque a ellos lo que les importa son sus bancos y sus contribuyentes, y no un Zapatero al que no le tienen la menor consideración ni respeto.

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