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Emilio J. González

El mal llamado diálogo social

Si las empresas tienen problemas de costes y no se puede actuar sobre ellos en la línea que propone CEOE, entonces habría que considerar la solución alemana, esto es, intercambiar bajadas de sueldo por mantenimiento de plantilla.

En teoría, el díalogo social es la reunión de los representantes de las empresas y los sindicatos para tratar de los temas que les afectan, exponer sus posiciones y buscar un posible acuerdo satisfactorio para todas las partes. Lo que se está produciendo en España en estos días, sin embargo, mal puede llamarse diálogo social, sobre todo porque, por lo que estamos viendo, el díalogo brilla por su ausencia.

Teóricamente, el Gobierno ha pedido a los agentes sociales que se reúnan para negociar una reforma laboral que el Ejecutivo no quiere aprobar por sí mismo. En la práctica, sin embargo, de lo que se trata es de que Zapatero y los suyos eviten que los sindicatos empiecen a convocar huelgas para protestar por el drástico deterioro de la situación sociolaboral en España, que tanto dañarían la imagen y las perspectivas electorales de los socialistas, y para ello están dispuestos a concederle de todo a los sindicatos, además de las multimillonarias subvenciones de todo tipo y con cualquier excusa que ya les están metiendo en los bolsillos. Lo malo es que lo que las centrales pretenden, lejos de constituir una solución al problema del paro en medio de la grave crisis económica por la que estamos atravesando, pondría las cosas todavía peor.

La patronal CEOE dice que para que las empresas puedan contratar hacen falta dos cosas: por un lado, una rebaja de las cotizaciones empresariales a la Seguridad Social, con el fin de reducir el coste de cada puesto de trabajo en unos tiempos en que los ingresos de las compañías están cayendo como consecuencia de la crisis; por otro, un nuevo contrato con un despido mucho más barato para que las empresas puedan soltar lastre sin demasiados costes si las cosas para ellas se ponen peor, que se pueden poner. Los sindicatos, sin embargo, se niegan en rotundo a ambas cosas y han encontrado el apoyo del Gobierno cuando éste ha hablado de que la rebaja de cotizaciones y el abaratamiento del despido son las líneas rojas que no se van a traspasar ni en el díalogo social, ni en una presunta reforma laboral. Y es que el Ejecutivo está empeñado a toda costa en labrarse la imagen del más social de entre los socialistas. Lo malo es que eso, después, lo va a pagar muy caro la sociedad.

Llegados a este punto me pregunto: ¿cómo piensan los sindicatos que se crea empleo? Porque si las empresas tienen problemas de costes y no se puede actuar sobre ellos en la línea que propone CEOE, entonces habría que considerar la solución alemana, esto es, intercambiar bajadas de sueldo por mantenimiento de plantilla. Pero los sindicatos no dicen ni mú al respecto, excepto en el caso de SEAT, donde aceptaron el recorte salarial para que se fabricara el Audi Q3 en la planta de Martorell. ¿Y el Gobierno? Porque podría ser comprensible su negativa a rebajar las cotizaciones sociales con el fin de evitar los números rojos en las cuentas de la Seguridad Social si no fuera porque Zapatero y los suyos están tirando el dinero público a espuertas por motivos populistas y electoralistas.

De esta forma, los representantes de las empresas se ven encerrados en un pernicioso juego en el que se encuentran en situación de inferioridad porque los sindicatos siempre tienen y tendrán el apoyo del Gobierno. Mal puede llamarse a esto diálogo social cuando el fin que se persigue, en última instancia, es forzar a las compañías a no despedir trabajadores, o a contratarlos, con independencia de la situación de la empresa y sin ofrecer nada a cambio. De aquí a prohibir el paro por decreto, como dice Federico Jiménez Losantos, sólo queda un paso. La cuestión es si unos y otros se han parado en algún momento a pensar en cuántas empresas van a caer por no querer tomar las medidas adecuadas, en cuánto empleo se va a destruir por este motivo y en cuántos puestos de trabajo van a dejar de crearse porque las empresas no tendrán bastante dinero para invertir ni querrán arriesgarse a contratar a nadie con lo terriblemente incierto que es en estos momentos el panorama económico.

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