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Emilio J. González

El mal pie de Zapatero

Zapatero se ha rodeado de socialistas para tratar de liderar a una Europa de derechas, y lo ha hecho, además, porque sigue sin querer renunciar a sus rancios postulados ideológicos. Difícilmente la UE va a comprarle la mercancía que quiere venderles.

Zapatero quiere convertir el turno de presidencia española de la UE en un talismán para resolver todos sus problemas. Incapaz de solucionar la crisis económica española, entre otras cosas porque se niega a hacer lo que hay que hacer, ZP piensa que si consigue meter a la Unión Europea en el camino de la reactivación, logrará el impulso que necesita la recuperación en España a través de unas mayores exportaciones a nuestros socios comunitarios. Si lo consigue, supone el presidente del Gobierno, el PP se quedará sin argumentos y la distancia en las encuestas de intención de voto entre ‘populares’ y socialistas se reducirá, primero, y luego se convertirá en favorable para el actual inquilino de La Moncloa. Lo malo es que esto se parece mucho al cuento de la lechera en versión económica y a Zapatero se le puede romper el cántaro antes de llegar a la fuente, sobre todo porque está empezando con bastante mal pie ese eurosemestre del que tantos réditos espera obtener en términos políticos.

De entrada, la Comisión Europea ha aplazado la aprobación de la agenda española para este semestre hasta que el Parlamento Europeo reinicie sus sesiones. Es una forma muy diplomática por parte de Bruselas de decir que los planes españoles son ridículos y no le gustan pero, en vez de enfrentarse con nuestro Gobierno, prefiere dejar en manos de Estrasburgo el rechazo a los mismos. Y es que por mucho que Zapatero se crea que esa idea de la economía sostenible es maravillosa y poco menos que la panacea universal para todos los problemas económicos de la UE, al norte de los Pirineos no están para tonterías, sino para trabajar en serio en pro de la recuperación. ZP, por tanto, no tiene credibilidad alguna para convertirse en ese líder comunitario salvador de la vieja Europa con que tanto sueña. Todo lo contrario, la prensa internacional no hace más que recordar estos días la incapacidad de nuestro presidente del Gobierno para resolver los problemas económicos de casa, por ejemplo, el paro juvenil o el problema de los precios de la vivienda, por no hablar ya de una posible situación de insolvencia financiera de España en un futuro no muy lejano. Y quien no es capaz de poner su casa en orden, difícilmente va a ser aceptado como líder de la UE para salir de la crisis.

Zapatero trata de superar ese déficit de credibilidad con una nueva operación de marketing, del estilo de las que se gasta en España, mediante la creación de un consejo de sabios, formado por Jacques Delors, Felipe González y Pedro Solbes, que le asesore sobre lo que tiene que hacer. Y aquí ZP se equivoca. El presidente del Gobierno se ha rodeado de socialistas para tratar de liderar a una Europa de derechas, y lo ha hecho, además, porque sigue sin querer renunciar a sus rancios postulados ideológicos. Difícilmente la UE va a comprarle la mercancía que quiere venderles, porque la forma de pensar y actuar de los líderes comunitarios es radicalmente distinta a los postulados que defiende Zapatero. Para ZP, la solución de la crisis pasa por más Estado y menos mercado, por más impuestos y más gasto público, por más intervencionismo, sobre todo en el sector energético, y por ninguna reforma estructural. Pero el camino por el que transitan Sarkozy o Merkel es bastante distinto y, como es lógico, no le van a prestar la menor atención.

Zapatero se cree que por hacerse la foto con Delors, González y Solbes va a conseguir mejorar su imagen de forma ostensible ante el resto de líderes comunitarios y nuevamente se equivoca. Solbes tenía cierto ascendente como comisario europeo, pero lo perdió después de sus desastrosos cinco años como vicepresidente económico del Gobierno. En cuanto a Delors y González, éstos son vistos como viejas glorias, con prestigio, eso sí, pero pertenecientes a una generación de líderes europeos que ya nada tiene que ver con la actual. Son algunos de los últimos supervivientes de la época en que se profundizó en la integración europea con la creación del euro, pero sus colegas o han fallecido, caso de François Mitterrand, o tuvieron que retirarse de la vida política cubiertos por la vergüenza de los escándalos de corrupción, caso de Helmuth Kohl, Bettino Craxi o el propio González, y hoy carecen del predicamento necesario entre la actual clase política europea, que tiene una visión de la UE muy distinta a la que ellos defendieron.

Zapatero, por tanto, inicia lo que espera sea su semestre de gloria europea con mal pie. Si de verdad quiere triunfar en estos seis meses, lo mejor que podría hacer es empezar a poner orden en la economía española y olvidarse de ser el abanderado del socialismo en Europa porque al norte de los Pirineos nadie se alista bajo ese banderín de enganche.

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